martes, 30 de marzo de 2021

SAHAGÚN MUDÉJAR Y ROMÁNICO DE LADRILLO.

 


La sociedad medieval fue una sociedad plural, y hasta cierto punto cosmopolita, el trasiego de gente era continuo y la convivencia una obligación. Cuando los belicosos monarcas castellanos y leoneses arrebataban trozos a Al Andalus, muchos musulmanes decidieron permanecer en el nuevo territorio cristiano. Son conocidos como mudéjares y en las ciudades se dedicaron con gran eficiente a la artesanía. En las zonas rurales trabajaba las tierras de los señores cristianos.


Su presencia en León, Aragón y Castilla fructificó en un estilo artístico con personalidad propia, el arte mudéjar. El mudéjar es un estilo original de la península Ibérica y combina influencias románicas y góticas (según épocas) con las técnicas constructivas musulmanas. Estas Tierras de Campos son pobres en piedra, pero ricas en arcilla. El adobe aún se sigue utilizando en la actualidad, por ese motivo la técnica constructiva de los mudéjares, basada en el ladrillo, se adapta perfectamente a las características geológicas de la comarca. Además se trata de un material constructivo más barato que la piedra y con el que se puede trabar con mayor rapidez.


Estos albañiles, que rezaban a Alá, levantaron en Sahagún maravillosas iglesias cristianas como San Tirso, San Lorenzo, la Ermita de la Virgen del Puente o el Santuario de la Peregrina y convirtieron la ciudad en la capital del arte mudéjar. La decoración, de inspiración e influencia hispano-musulmana, utiliza diversos motivos de ladrillo en el exterior de los edificios, como arcos ciegos, ajedrezados, red de rombos o espinas de pez, mientras que el interior se decora con atauriques de yeso. Durante los siglos XII y XIII trabajaron aquí cuadrillas de alarifes (maestros de obra) procedentes de Toledo, inventando el románico de ladrillo. No podemos olvidar la relación estrecha del rey Alfonso VI con ambas ciudades.


A finales del siglo XIX y principios del XX, coincidiendo con la moda internacional de revivals arquitectónicos, eclosiona en España el neomudéjar, con edificios emblemáticos como la Plaza de Toros de las Ventas, catedral de la tauromaquia universal, la Plaza de España de Sevilla, epicentro de la Exposición Iberoamericana de 1929 y el entrañable Gran Teatro Falla, templo del carnaval de Cádiz, cuyos ladrillos coloraos aún vibran con al Credo de los Peregrinos del tristemente desaparecido Juan Carlos Aragón.

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