Micerino, Menkaure o Ra es
firme de Kas, es el hijo y tercer sucesor de Keops. Se hizo
construir la Tercera Pirámide de Gizeh, muy cerca de la de su padre.
Este monumento es mucho más pequeño que las de Keops o Kefren,
debido tanto a la falta de recursos durante su reinado como a la
creciente importancia que iban logrando sacerdotes y funcionarios.
Durante el reinado de Micerino,
se produjo una grave crisis político-religiosa, que tuvo como
resultado el que los sacerdotes de Heliópolis impusieran a los
soberanos su propio dictado, separando el culto divino del culto
real. Los historiadores en la Antigüedad lo consideraban un
gobernante bueno y benévolo. Eso quizás se debió a que la
información que disponían de él procedía de los sacerdotes de
Heliópolis, clero al que concedió mucho poder (al contrario de lo
que hicieron su padre y su abuelo).
Los escultores nos han legado
varios retratos del rey, fundamentalmente estatuas, conservados en el
museo de Boston, donde aparece en compañía de su esposa a la que
abraza tiernamente. También está representado en el centro de las
tríadas, rodeado de dos mujeres; una de ellas es una diosa y la otra
simboliza un nomo. Los cuerpos son hermosos, robustos, con una fuerza
tranquila y una majestad natural. Las mujeres llevan túnicas muy
ceñidas. Son imágenes de un mundo tranquilo, de una monarquía
segura de sí misma, de un país que tiene fe en su propia eternidad.
La belleza no necesita mostrarse mucho; se impone por su propio
resplandor. El amor humano que vincula al rey y a la reina se eleva a
la altura de una virtud divina. Mikerinos, cuyo nombre significa en
egipcio «estables son las potencias vitales (o la potencia vital) de
Ra», no merece quizá el epíteto de «gigante», al mismo nivel que
Keops y Kefrén. No se sabe por qué, pero su pirámide, la tercera
de la llanura de Gizeh, es mucho más pequeña que la de sus dos
predecesores. Tiene poco más de sesenta y seis metros de altura y el
conjunto funerario no está terminado. Su volumen es nueve veces más
pequeño que el de la pirámide de Kefrén. Hay que decir que una
gran excavación efectuada en un sitio llamado Zauiet al-Aryan
muestra que en este lugar se habían cavado los cimientos de una
enorme pirámide. Las obras se abandonaron. ¿Prueba esto que los
maestros de obras ya no disponían de los recursos necesarios para
construir pirámides gigantescas? ¿Faltaban hombres o materiales?
¿Eran insuficientes los recursos económicos del país?
Desgraciadamente, carecemos de documentación sobre esos puntos. No
hay nada que confirme la existencia de crisis de cualquier tipo
durante el reinado de Mikerinos. Su pirámide ofrece una innovación
en cuanto al revestimiento, ya que un tercio de su altura es de
granito y el resto de piedra caliza. La pirámide, cuyo nombre era
«Mikerinos es divino», es citada en un texto del Antiguo Imperio,
grabado en la tumba de Debehn: «Mikerinos ordenó que esa tumba
fuera hecha para mi padre, mientras que Su Majestad estaba de camino
hacia las pirámides, para ver el trabajo realizado en la pirámide
llamada Mikerinos-es-divino. Su Majestad hizo venir al comandante de
los barcos, al gran señor de los artesanos y a los artesanos».
Christian Jacq
El Egipto de los Grandes
Faraones.
La
pirámide levantada por el faraón Micerino (a pesar de la diferencia
en las dimensiones) nada tiene que envidiar a las de sus
predecesores. El impresionante conjunto de Gizéh no sería lo mismo
sin este monumento. Este faraón dejó para la posteridad un
importante número de estatuas, muchas de las cuales han llegado en
buen estado hasta nosotros, siendo especialmente destacadas sus
célebres triadas.
El sarcófago de Mikerinos,
destinado al British Museum de Londres, nunca llegó. El barco que lo
transportaba naufragó y esa casa simbólica donde vivía el cuerpo
momificado para la eternidad desapareció para siempre.
Christian Jacq
El Egipto de los Grandes
Faraones.
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