domingo, 26 de enero de 2025

VERRACO DE SOLOSANCHO.

 




Situados en rotondas, plazas y otros lugares destacados de la geografía urbana (frente a un castillo o una iglesia), esta reubicación parece recordar una función primigenia de demarcación de pastos. He de reconocer que solo llegué a Solosancho para conocer al verraco. De las bondades de la localidad no tengo nada que decir (por desconocimiento). Quizás algún día esto último cambie.



Estamos ante un ejemplar al que le falta el hocico y que a pesar de la amputación de las extremidades por encima de la rodilla, siegue presentando grandes dimensiones (más de dos metros de longitud). Se localiza en la plaza de Santo Tomás, junto a la iglesia del mismo nombre. Lo más interesante es el lugar de su hallazgo, junto al manantial la Fuente del Oso en la ladera norte del castro de Ulaca. Su presencia allí podría estar relacionada con la señalización de un punto de agua destacado para abrevar al ganado. Otra posible interpretación es la relación del manantial con un ambiente sacro, y en ese caso, la función del verraco iría más allá que la de simple hito, mojón o señal. El debate y las propuestas hipótesis alrededor de estas esculturas de piedra es ciertamente fascinante. En la mayoría de las ocasiones, las nuevas hipótesis, vienen a enriquecer, aún más, el propio concepto de la cultura de los verracos. Los artesanos vettones que los esculpieron nunca pudieron imaginar cuanto daría de sí sus creaciones.




¿Logró el chamán atrapar el espíritu del jabalí o del toro en la piedra?. ¿Consiguió el experto cantero llenar de vida el bloque de granito esculpido con maestría y esmero?. El verraco de Solosancho siente la soledad y la incomprensión, le duele ser ignorado por los vecinos que cada día pasan por su lado, e incomprendido por aquellos que detenemos el coche cinco minutos (algunos ni siquiera apagan el motor), damos un par de vueltas a su alrededor y le sacamos diez o doce fotografías. ¿Sabe tú, humano demasiado humano, el propósito, el sentido auténtico de tu propia vida?. ¿Cómo atreverse por tanto a afirmar que era esta o aquella la función auténtica de la tosca escultura de piedra?.



Si pudiéramos preguntar al propio zoomorfo de granito, y en el supuesto caso de que el verraco tuviese la capacidad de responder, a lo mejor tampoco tendría respuesta para resolver el interrogante. Y a lo peor, la respuesta no nos gustaría, no colmaría nuestras aspiraciones. Mi existencia no tiene sentido, simplemente me tallaron así, sin un plan, ni un objetivo preconcebido.



Pero claro, el verraco es de piedra, no fue concebido para preguntarse del porqué de las cosas. Los seres humanos no solo buscamos respuestas a todo, sino que cuando pasa el tiempo, y aún cuando se hubiesen encontrado buenas respuestas, decidimos que esas no valen, y nos lanzamos a buscar, o inventar nuevas respuestas, para las mismas preguntas.




Llevo tanto tiempo persiguiendo verracos por la piel de toro, al menos diez años, que ya se me olvidó en que justo momento comenzó mi fascinación por ellos. Se trata de una de las manifestaciones de cultura material más genuinas de toda Europa. Esta tarde (2 de abril, domingo de Ramos de 2023) he conocido a dos de ellos. Este de Solosancho y el cercano de Villaviciosa.


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