El Caminante abandonó la ruta xacobea y se dedicó a deambular por tierras manchegas, y por más que camine nunca consigue alcanzar el horizonte. Y en el Campo de Calatrava, muy cerca de Daimiel decidió parar y hacer noche en la Venta de Borondo. Alguien que pasaba por allí le contó al caminante la historia de un flacucho hidalgo que veló armas en el patio de la venta, en la ilusión de ser armado caballero al despuntar el alba. En este punto de mi camino ya no tengo claro quien sueña con quien.
No fue en una recogida ermita sino en un corral morroñoso donde el hidalgo Alonso Quijano preparó, como es debido, la ceremonia de investidura. Sin su celebración no podía ingresar en la honorable hermandad de la caballería andante. El torreón de la venta le confiere al conjunto al aspecto definitivo de fortaleza. El alcaide del castillo creyó haberse convertido en ventero.
En 1605 fue publicada la novela y Quijote dejó de pertenecer a Cervantes. El Príncipe de los Ingenios concedió el don de la libertad a su criatura. La silueta del caballero de la Triste Figura se puede materializar en cualquier venta, castillo, prado, camino, villa o aldea de la Mancha, y aún más allá. Pero como los vampiros Quijote necesita la tierra de sus ancestros para descansar y recuperar sus poderes. Un personaje atrapado dentro de los límites naturales de su propio mundo. Alcalá de Henares, Albacete, Cuenca y Toledo son las grandes urbes del universo quijotesco (un universo que estoy dibujando en mi mente). En este macrocosmos caben también el Toboso, la casa del Hidalgo, el corral de Comedias, Calatrava la Nueva, las Tablas de Daimiel, Alarcón, las brujas de Daimiel, la Motilla del Azuer, Campo de Criptana, Sara Montiel y Luis Cobos, Ciudad Real, Villanueva de los Infantes, Venta de Borondo, Puerto Lápice, los vinos de Valdepeñas, los duelos y los quebrantos, las ovejas, los molinos de viento, el otoño, el tórrido verano, los humedales, el monasterio de Uclés, el hermoso doncel de Sigüenza, las letras, el teatro, la novela y la poesía . . .
En la Mancha aún podemos sentir en la piel el cambio de estaciones; los vientos otoñales, las heladas del invierno, la floración primaveral o el tórrido verano. ¿Qué momento eligió el hidalgo Alonso para echarse a los caminos y meterse en la piel del caballero de la Triste Figura?.
En un lugar como este, o en esta misma Venta de Borondo, nunca se sabe, fue armado caballero el hidalgo Alonso Quijano. Últimamente me siento como él, totalmente ajeno (y desconectado) a la realidad que me rodea.
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