lunes, 16 de septiembre de 2019

VIRIATO EL CAUDILLO LUSITANO.




En sus últimos enfrentamientos con los romanos, los lusitanos serán conducidos por un caudillo guerrillero llamado Viriato.
Arcadio del Castillo.


También podemos dudar de las tareas a las que se dedicaba Viriato según la leyenda. En uno de los casos se nos presenta como un humilde pastor de ovejas y cabras; en otra leyenda se habla de él como cazador, y más tarde bandolero. Cabe decir que en todas las ocasiones los investigadores pueden estar acertados, dado que las ocupaciones anteriormente citadas eran factibles dentro de la idiosincrasia lusitana. Ya hemos dicho que la pobreza de los territorios habitados por éstos aborígenes era el factor primordial que los impulsaba a militar en bandas de guerreros que asaltaban el sur peninsular. Los que no se dedicaban a estos menesteres, se tenían por fuerza que emplear en la ganadería o el pastoreo. Sí parece que nuestro héroe tenía acreditadas cualidades como estratega militar, lo que nos pone sobre la pista de alguien enraizado en alguna élite guerrera dominante de tal o cual tribu lusitana.
Por tanto, Viriato recibió una instrucción castrense de alto nivel para su pueblo, lo que confirmaría su pertenencia a la clase aristocrática dominante.
Juan Antonio Cebrián;
La Aventura de los Romanos en Hispania (pag 101-102)


Lo cierto es que tantos años sin ser derrotado o capturado por Roma nos dan una idea acerca del talento demostrado por este líder lusitano, al que sus hombres seguían con lealtad absoluta, algo insólito en al historia de este pueblo peninsular. Hasta su aparición, los lusitanos luchaban desordenadamente, en pequeñas bandas de rapiña; con él se logró la unión tribal en pos de un objetivo común: echar a los invasores de sus tierras.
Juan Antonio Cebrián;
La Aventura de los Romanos en Hispania (pag 104)




“Habéis venido aquí porque no aceptáis vivir bajo el dominio extranjero. Los romanos han ocupado nuestras tierras, saqueado nuestros tesoros e incluso han reducido los nombres de nuestros dioses confundiéndolos con los de los suyos. Estoy seguro que anheláis otra vida mejor. Viriato, ese pastor lusitano que ha vencido a los romanos, ha despertado de nuevo la esperanza entre las gentes de Iberia, y son muchos quienes ven en él al caudillo capaz de lograr la unidad de todos los pueblos ibéricos. Tenéis que saber que si nos unimos a Viriato, seremos declarados enemigos del Senado y del pueblo romano, que quizá sean confiscadas nuestras propiedades, que nuestras familias sufrirán un acoso insoportable, que durante mucho tiempo no veremos a nuestros familiares ni a nuestros amigos, tal vez nunca más, y que la muerte será nuestra más fiel compañera. Me habéis propuesto que sea vuestro jefe, y yo acepto, pero os pido tres condiciones: lealtad, disciplina y amistad. Nada más”.
José Luis Corral; Numancia, (pag 214).


Durante los meses siguientes no cesaron de llegar noticias a Numancia de nuevos pueblos que se adherían a Viriato, convencidos por sus agentes de que si se aliaban todas las tribus y naciones de Iberia, la República romana, que los estaba extorsionando con tantas cargas y tributos, podría ser derrotada. Viriato comenzaba a ser reconocido no sólo como un héroe lusitano, sino como el referente de toda Iberia, el verdadero caudillo que según algunas viejas leyendas algún día vendría para unificar a los iberos del sur y del levante, a los celtíberos del centro y a los celtas del noroeste, e incluso a las escurridizas y extrañas tribus de las montañas boscosas del norte, de las que apenas se sabía otra cosa que lo que contaban algunos de los pocos viajeros que se habían atrevido a adentrarse en aquellas escarpadas montañas, siempre cubiertas por la bruma y la niebla, envueltas en un manto casi impenetrable de bosques umbríos y tupidas espesuras.
José Luis Corral; Numancia (pag 225).

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