En sus últimos enfrentamientos con los romanos, los lusitanos
serán conducidos por un caudillo guerrillero llamado Viriato.
Arcadio del Castillo.
También podemos dudar de las
tareas a las que se dedicaba Viriato según la leyenda. En uno de los
casos se nos presenta como un humilde pastor de ovejas y cabras; en
otra leyenda se habla de él como cazador, y más tarde bandolero.
Cabe decir que en todas las ocasiones los investigadores pueden estar
acertados, dado que las ocupaciones anteriormente citadas eran
factibles dentro de la idiosincrasia lusitana. Ya hemos dicho que la
pobreza de los territorios habitados por éstos aborígenes era el
factor primordial que los impulsaba a militar en bandas de guerreros
que asaltaban el sur peninsular. Los que no se dedicaban a estos
menesteres, se tenían por fuerza que emplear en la ganadería o el
pastoreo. Sí parece que nuestro héroe tenía acreditadas cualidades
como estratega militar, lo que nos pone sobre la pista de alguien
enraizado en alguna élite guerrera dominante de tal o cual tribu
lusitana.
Por tanto, Viriato recibió una
instrucción castrense de alto nivel para su pueblo, lo que
confirmaría su pertenencia a la clase aristocrática dominante.
Juan Antonio Cebrián;
La Aventura de los Romanos en
Hispania (pag 101-102)
Lo cierto es que tantos años
sin ser derrotado o capturado por Roma nos dan una idea acerca del
talento demostrado por este líder lusitano, al que sus hombres
seguían con lealtad absoluta, algo insólito en al historia de este
pueblo peninsular. Hasta su aparición, los lusitanos luchaban
desordenadamente, en pequeñas bandas de rapiña; con él se logró
la unión tribal en pos de un objetivo común: echar a los invasores
de sus tierras.
Juan Antonio Cebrián;
La Aventura de los Romanos en
Hispania (pag 104)
“Habéis venido aquí porque
no aceptáis vivir bajo el dominio extranjero. Los romanos han
ocupado nuestras tierras, saqueado nuestros tesoros e incluso han
reducido los nombres de nuestros dioses confundiéndolos con los de
los suyos. Estoy seguro que anheláis otra vida mejor. Viriato, ese
pastor lusitano que ha vencido a los romanos, ha despertado de nuevo
la esperanza entre las gentes de Iberia, y son muchos quienes ven en
él al caudillo capaz de lograr la unidad de todos los pueblos
ibéricos. Tenéis que saber que si nos unimos a Viriato, seremos
declarados enemigos del Senado y del pueblo romano, que quizá sean
confiscadas nuestras propiedades, que nuestras familias sufrirán un
acoso insoportable, que durante mucho tiempo no veremos a nuestros
familiares ni a nuestros amigos, tal vez nunca más, y que la muerte
será nuestra más fiel compañera. Me habéis propuesto que sea
vuestro jefe, y yo acepto, pero os pido tres condiciones: lealtad,
disciplina y amistad. Nada más”.
José Luis Corral; Numancia, (pag
214).
Durante los meses siguientes no
cesaron de llegar noticias a Numancia de nuevos pueblos que se
adherían a Viriato, convencidos por sus agentes de que si se aliaban
todas las tribus y naciones de Iberia, la República romana, que los
estaba extorsionando con tantas cargas y tributos, podría ser
derrotada. Viriato comenzaba a ser reconocido no sólo como un héroe
lusitano, sino como el referente de toda Iberia, el verdadero
caudillo que según algunas viejas leyendas algún día vendría para
unificar a los iberos del sur y del levante, a los celtíberos del
centro y a los celtas del noroeste, e incluso a las escurridizas y
extrañas tribus de las montañas boscosas del norte, de las que
apenas se sabía otra cosa que lo que contaban algunos de los pocos
viajeros que se habían atrevido a adentrarse en aquellas escarpadas
montañas, siempre cubiertas por la bruma y la niebla, envueltas en
un manto casi impenetrable de bosques umbríos y tupidas espesuras.
José Luis
Corral; Numancia (pag 225).
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