martes, 13 de octubre de 2020

SESOSTRIS I Y LA HISTORIA DE SINUHÉ.

 


La obra cumbre de la literatura egipcia (adaptada en el siglo XX por el finlandés Mika Watari), la Historia de Sinuhé narra en primera persona los acontecimientos que marcaron el final del reinado de Amenenhat I y la ascensión al trono de su hijo.

Jeperkare Sesostris I, asociado al trono por su padre Amenenhat I (reinaron juntos una década), subió al trono mientras se encontraba dirigiendo una expedición contra los asiáticos. El reinado en solitario de Sesostris, cuyo nombre significa El hombre de la diosa Useret, se inició de forma violenta, al ser asesinado su padre. Sesostris se encontraba en campaña y es que durante el reinado de su padre él se encargaba de los asuntos militares.

Advertido por el fantasma de su padre sobre los peligros de confiar en exceso en las personas de su entorno, según se narra en las Enseñanzas de Amenenhat I para su hijo Sesostirs, el nuevo rey hizo caso de los sabios consejos recibidos: asoció al trono a su hijo Amenenhat II que correinó junto a él. Durante su largo reinado se empieza la explotación del oasis de El Fayum y se llega hasta la Tercera Catarata para recuperar el control de las minas de oro. En su obra política destaca la construcción de fortalezas en Nubia y en la zona de los oasis de Libia y el comercio con Ugarit.



En Lisht, una localidad cercana al lago de El Fayum, el faraón Sesostris I mandó edificar una pirámide para que lo enterraran en ella. A su alrededor, algunos funcionarios y destacados hombres del reino se construyeron sus tumbas. Este fue el caso de Imutes, sumo sacerdote de Heliópolis, en cuya tumba se encontró una estatua de madera del faraón. Cerca de la pirámide del faraón había otras nueve pirámides de pequeño tamaño, que pertenecían a las damas de la corte, entre ellas su esposa Nefru y sus hijas.


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