sábado, 24 de octubre de 2020

LA VIDA DE ULTRATUMBA DE SESOSTRIS III

 


En Dahshur, donde surgían dos pirámides gigantes construidas por el «buen rey» Snefru, Sesostris III hizo erigir la suya, que medía tan sólo 63 metros. Al norte del lugar, estaba el santuario terminal de un vasto complejo sagrado que acogía a la familia real y a los principales dignatarios. De este modo, como en el Imperio Antiguo, la corte quedaba reconstituida en el más allá.

Khaemwaset, hijo de Ramsés II, tenía a esta pirámide en tan alta estima que la hizo restaurar. Pasillos y salas subterráneas formaban un recorrido complejo que desembocaba en un soberbio sarcófago de granito rojo que, como muchos otros, no fue utilizado nunca para recibir a la momia real. Se trataba de un recorrido iniciático, ahora inaccesible, por desgracia, reservado al alma. La momia de Sesostris III aún no ha sido hallada, y podemos preguntarnos si no habrá sido disimulada cuidadosamente en Dahshur o en Abydos, el otro lugar importante del reino.

Del Imperio Medio data el desarrollo principal de esta ciudad sagrada consagrada al culto de Osiris. Sesostris III le prestó una atención muy particular, y uno de sus enviados, Ikernofret, fue encargado de hacer construir una nueva barca divina y varios objetos indispensables para la celebración del ritual de los misterios. Su parte pública mostraba el enfrentamiento entre los seguidores de Osiris y los adeptos de Set, asesino de su hermano, finalmente vencido e incapaz de impedir la resurrección del dios asesinado. Su parte secreta recordaba la reconstitución, por parte de Isis, del cuerpo de su esposo, Osiris, cuyos pedazos habían sido dispersados por las provincias de Egipto. Transformada en halcón hembra, la gran maga conseguía hacer renacer la vida de una momia aparentemente inerte y dar a luz a un hijo, Horus, encargado de cuidar de su padre y de derrotar a Set. Recompuesto tras un largo y complejo ritual, el cuerpo osiriano servía de receptáculo a la luz regeneradora.

Iniciado en estos misterios, Sesostris III se hizo excavar una vasta tumba en Abydos, de 170 metros de longitud y llena de dispositivos arquitectónicas absolutamente sorprendentes, como pasadizos disimulados en los techos y una cámara funeraria secreta. Allí no hay sarcófago visible, pues estaba oculto en ¡el interior de un muro! De nuevo, un recorrido iniciático osiriano, análogo al de Dahshur, y también éste inaccesible a los visitantes.

Los dos conjuntos subterráneos de Sesostris III, cuyo significado concreto todavía no se ha establecido, permanecen en el silencio y en el secreto, como si el poder del rey de rostro severo se le negase al mundo profano. Dado que la egiptología ha comenzado a reconocer el papel fundamental de este faraón y la importancia de su reinado, podemos esperar fructíferos descubrimientos.


Los Sabios del Antiguo Egipto.

Christian Jacq.


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