martes, 9 de enero de 2018

EL SEPULCRO DE UN REY GIGANTE.



La sala capitular – o capilla de San Agustín – de la Colegiata de Santa María de Roncesvalles está presidida por el sepulcro de Sancho VII, rey de Navarra, fundado de esta iglesia y protagonista en las Navas de Tolosa.



La losa que cubre el sepulcro es una estatua yacente que refleja la imponente altura del monarca (losa 2,25 metros, monarca 2,20 metros). La leyenda cuenta que la espada del rey rompió las cadenas del palanquín donde estaba el rey moro Miramomolín durante la batalla de las Navas de Tolosa. Una tradición sugiere que desde ese momento las cadenas quedaron incorporadas a su escudo. A los pies del sepulcro podemos ver esas cadenas.


Una enorme vidriera ilustra el momento de la carga de caballería dirigida por el monarca navarro.


El sepulcro fue colocado en su ubicación actual en 1912, cuando se arregló la capilla para conmemorar el aniversario de la batalla. Del conjunto funerario original únicamente queda la losa con el relieve del monarca, fechado a mediados del siglo XIII, cuando Teobaldo I – sobrino y sucesor – encarga el sepulcro.


En una hornacina aparecen las estatuas orantes del propio rey Sancho y de su esposa doña Clemencia (¿una hija de Federico I Barbarroja?)




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