Los pigmeos, que son de cuerpo
corto y de memoria larga, recuerdan los tiempos de antes del tiempo,
cuando la tierra estaba encima del cielo. Desde la tierra caía sobre
el cielo una lluvia incesante de polvo y de basura, que ensuciaba la
casa de los dioses y les envenenaba la comida.
Los dioses llevaban una
eternidad soportando esa descarga mugrienta, cuando se les acabó la
paciencia. Enviaron un rayo, que partió la tierra en dos. Y a través
de la tierra abierta lanzaron hacia lo alto el sol, la luna y las
estrellas, y por ese camino subieron ellos también. Y allá arriba,
lejos de nosotros, a salvo de nosotros, los dioses fundaron su nuevo
reino.
Desde entonces, estamos abajo.
Eduardo Galeano Espejos.Una historia casi universal
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