Cuenta una vieja
leyenda, tan cierta como cualquier otra, que el duque lituano
Gediminas organizó una cacería en los bosques del valle
Sventaragis. La partida de caza fue un éxito rotundo, con muchas
piezas abatidas, pero al final del día, completamente agotado
Gediminas decidió dormir allí mismo. Durante la noche nuestro héroe
tuvo un extraño (y turbador) sueño; en la cima de la colina en la
que Gediminas había dado muerte a un uro salvaje, se alzaba un
enorme lobo de hierro, cuyo profundo y escalofriante aullido podía
oirse desde varios kilómetros de distancia. Intrigado por el
significado del sueño, a la mañana siguiente pidió consejo a
Lizdeika, una especie de druida pagano con poderes mágicos. El sabio
explicó al duque que se trataba de un presagio, los dioses querían
que Gediminas construyese una ciudad que sería conocida en el mundo
entero. La ciudad iba a ser Vilnius y el lobo metálico su castillo.
Situada en una colina
desde la que se domina toda la ciudad, la conocida como Torre de
Gediminas, es el resto más visible del antiguo castillo medieval que
se alzaba por encima de la capital lituana. El castillo tiene su
origen a principios del siglo XIV (la fecha de fundación coincide
con la de la ciudad). Los primeros entramados defensivos se
construyeron con madera, y sería en época de Vitautas cuando se
levantaría el castillo utilizando ladrillos. El castillo lituano
cumplió con creces su función, rechazó en más de una ocasión a
los fanáticos ejércitos cruzados.
El castillo se situaba
en el centro de la ciudad y era el principal baluarte de un poderoso
sistema defensivo. En la actualidad la Torre de Gediminas, visible
prácticamente desde cualquier rincón de Vilnius, es uno de los
símbolos más reconocibles de la ciudad, y el primer lugar al que se
encaminan los turistas que deciden visitarla. En 1918 se izó aquí
la bandera de la Lituania independiente.
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