Todos
los imperios tienen un fundador, un hombre fuerte que se convierte en
creador y referente para todos sus sucesores; Roma tuvo a Octavio,
China a Huang Ti y los selyúcidas a Tugrul bey, que propició la
existencia de un poderoso estado en Oriente Próximo allá por el
siglo XI del que se convirtió en primer sultán. Segundo gobernante
de la dinastía selyúcida, Tugrul bey unificó a los clanes
guerreros turcomanos, los lanzó sobre Iran, conquistó Persia y
consiguió controlar las rutas que conducían a territorio abbasí. El
astuto Tugrul se proclamó fiel cliente del Califa y le ofreció
desinteresadamente su ayuda. En 1055 entró de forma pacífica en
Bagdad, corazón del califato, y se erigió en abanderado de la lucha
contra el más peligroso rival; el califato fatimí de Egipto. El
califa no tuvo más remedio que nombrarlo sultán. Más tarde también
avanzó sobre Anatolia, enfrentando al Imperio Bizantino. Vientos de
cambio soplaban desde Asia Central.
Pequeños cuentos centroeuropeos
Hace 38 minutos
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