Corría
el año 1139 y el conde Alfonso Henríques dirigía una incursión en
tierras peligrosas, cayendo con unos cuantos hombres en un emboscada
almohade. El valiente Alfonso y pocos miembros de su escolta se
vieron completamente superados por un incontable número de
sarracenos. La suerte parecía echada.
Pero
sobrevino el milagro, y Alfonso Henriques pudo escapar, salvar su
vida y proclamarse, poco después, primer rey de Portugal. Los
creyentes dirán varias centurias más tardes que fue la intervención
divina la que salvó al conde y propició la independencia de
Portugal. Otro tipo de creyentes aseguran que la mano de un caballero
templario, Gualdim Pais, libró a Alfonso de una segura y prematura
muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario