Un
toro (procedente de Segovia) y un cerdo (originario de Avila) son los
dos representantes de la llamada “Cultura de los Verracos”
en el Museo Arqueológico Nacional.
La
posición de los verracos en el museo dan la sensación de rebaño,
de caminar en busca de pastos y abrevaderos. Apasionante misterio de
las piedras.
El
cerdo fechado entre los siglos III y I a.C.
El
toro datado entre los siglos II y I a.C.
En
la Iberia prerromana (y aún en la romana) se tallaron reses con
profusión de detalles y esmero. Pero las que han trascendido son las
toscas esculturas de la Meseta: verracos, cerdos y toros de granito.
Estos verracons pacían en solitario en medio del bosque o en las
orillas de los prados.
¿Pudieron
estas figuras de piedra ser la representación de un dios? Puestos a
lanzar hipótesis difíciles de demostrar, puede ser tan válida como
cualquier otra. Es cierto que ahora mismo no recuerdo haber leído
nada a este respecto, pero podría servir como punto de partida para
una investigación. También podría ser explicada desde una supuesta
multifuncionalidad de estas esculturas.
Seguimos
elucubrando, e imaginamos una especie de reino o entidad estatal
completamente ágrafa. Y los verracos serían el blasón de la
estirpe dominante. Una aristocracia guerrera, señores del ganado, se
sitúan en la cúspide de una pirámide correspondiente a una
sociedad vetona en proceso de compejización, gracias a la propiedad
de los rebaños y al control de caminos, pastos y ganados.
Al
cabo poco o nada sabemos de la religiosidad, creencia y dioses de
estas gentes que habitaban vetonia.
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