En una época de crímenes
y traiciones, ambiciones desmedidas y coronas teñidas de sangre, el
voivoda de Valaquia, Patrascu, cuyo busto acompaña a otros
gobernantes en Tirgoviste, antigua capital del principado, fue
conocido como el Bueno (cel Bun). El motivo del apodo, no haber
participado en ningún crimen político, ni mandado a asesinar a
ningún boyardo. Es cierto que su actitud
tolerante hacia la Reforma le procuró una buena dosis de propaganda positiva entre los protestantes.
Patrascu, miembro de la
dinastía draculesti, gobernó entre 1554 y 1557, y su reinado se
caracterizó por la Paz. No obstante murió en circunstancias no
aclaradas en Bucarest, posiblemente envenedado por orden del sultán
otomano, ya que el valaco sentía simpatía hacia los Habsburgo. Fue
enterrado en el monasterio de Dealu, en una colina sobre Tirgoviste.
Para algunos
historiadores, Miguel el Valiente, el unificador de los rumanos, fue
hijo ilegítimo de Patrascu, un Patrascu, que atendiendo a su actitud
en el gobierno, fue la excepción que confirma la regla.
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