El vino es casi tan
antiguo como la propia sociedad humana. En los simposios griegos, las
bacanales romanas y los banquetes medievales, nunca faltaba el jugo
de la vid, el elixir divino de Baco. En algunos lugares de Europa
existen bodegas que llevan abiertas desde hace mucho tiempo y viñedos
han producido vino durante centurias, como la Cramele Recas de
Transilvania, cuyo origen se remonta al año 1447.
En el año 1319 las
crónicas mencionan a un noble húngaro como propietario de la finca
de Recas. Años más tarde, en 1359 el rey húngaro Luis I aprobó el asentamiento de colonos ortodoxos rumanos en estas
tierras. Finalmente, en noviembre de 1447 se documenta la primera
mención a la existencia de viñedos en Recas. Es de suponer que en
esa fecha se producía vino en esta bodega, un vino que probablemente
amenizase las fiestas y los banquetes que celebraban los boyardos
transilvanos y valacos en sus castillos. Podemos imaginar al
mísmisimo Vlad el Empalador disfrutando de uno de estos caldos.
Por cierto el vino
Castel Huniade producido en esta bodega está buenísimo.
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