Nací
en la soleada Campania, soy romano, soy legionario (nunca me interesó
demasiado ascender a centurión), estoy a punto a desertar de mi
unidad, y convertirme en traidor a los
ojos de mis compatriotas, y lo que es más deleznable, de mis
compañeros de centuria. No entiendo el empeño de Trajano en arrasar
esta hermosa tierra, convertir la montaña mágica de los Dacios en
un erial, y sus bosques en desiertos. Tampoco comprendo bien al rey
Decébalo y su impulso obsesivo por provocar constantemente a Roma,
un poderoso rival sin duda, para desencadenar una guerra que tiene
perdida de antemano. Llevo varios meses odiando en silencio esta
conflicto absurdo, y si mis superiores pudiesen oir mis pensamientos
sería apaleado hasta la muerte. Los ojos limpios y sinceros de una
joven pastora me han terminado de convencer.
Después
de permanecer un tiempo en la guarnición que Trajano ha instalado en
Samizegetusa, la capital de la Dacia, he decidido abandonar el
ejército y los campos de batalla, y retirarme a una aldea de la
montaña, y llevar allí una vida como un sencillo campesino junto a
mi enamorada dacia. Intentaré vivir feliz durante los pocos años
de paz que restan, porque la guerra volverá a estas tierras, y
entonces tendré que luchar por lo único que realmente merece la pena
luchar; salvar mi vida y proteger a mi familia. Aprenderé a
sobrevivir en la montaña, a moverme por los bosques sin ser visto, a
combatir como un dacio, y convertirme, definitivamente, en un
auténtico lobo.
Sarmizegetusa
Regia.
Montes Orastie. Agosto de 2015.
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