Medina de Rioseco, conocida como la
Ciudad de los Almirantes, no está bañada por las aguas del mar, ni
está enclavada a orillas del Océano, sino que está situada en la
mística Tierra de Campos.
Ni salitre, ni espuma de mar, ni
oleaje, mas el agua dulce del Ramal de Campos del Canal de Castilla
besa los plácidos contornos de la población vallisoletana.
Alfonso Enríquez, hijo de Fadrique
Alonso, hermano gemelo de Enrique II Trastámara, fue un caballero
que se enriqueció con muchas propiedades en esta Tierra de Campos,
y recibió en 1405 el título de Almirante de Castilla. Título que
se convirtió en patrimonio de los Enríquez.
Rioseco estuvo vinculada a esta
familia, y gran parte de la belleza monumental de la villa fue
promovida por algunos de sus miembros. La caída de los Enríquez a
principios del siglo XVIII marcó en parte el inicio de la decadencia
de la villa.
Desde el siglo XV Medina de Rioseco
destacó como un importante centro comercial gracias a sus
emprendedores vecinos, a las dos ferias anuales, fijadas durante el
reinado de Juan II, y al mercado semanal que se celebraba los jueves.
La actividad comercial se organizaba
a partir de las inmediaciones de la Plaza Mayor, aunque se extendía
prácticamente por todo el núcleo de población. Actividad que
promovió el nacimiento de los gremios locales.
Magnífico ejemplo del gótico
tardío, la iglesia de Santa María de Mediavilla, se inició a
finales del siglo XV y fue concluida en las primeras décadas de la
siguiente centuria incorporando también las nuevas formas
renacentistas.
Sobre el templo gótico-renacentista,
se eleva a los cielos de la Tierra de Campos la torre barroca, obra
del escultor riosecano Pedro de Sierra. Un faro, una linterna que
lleva siglos iluminando a sus vecinos.
La iglesia de Santiago, paso obligado
para los peregrinos, presenta una amalgama de estilos
arquitectónicos, diseño gótico, una portada plateresca, otra del
gótico flamígero, bóvedas barrocas . . .
Los restos de un convento franciscano
son la sede de un museo de arte sacro. El complejo monástico fue
fundado en 1491 por los Enríquez que pensaban dedicar la capilla
mayor como espacio de enterramiento para los miembros de la familia.
La iglesia de la Santa Cruz es un
templo de dimensiones catedralicias. La fachada principal está
inspirada en la iglesia del Gesú en Roma, obra del italiano Vignola.
Sin embargo los dos elementos más
apasionantes de Medina de Rioseco son la Rúa Mayor y la Dársena.
La Rúa Mayor es la arteria vital de
Medina, por donde fluye el vino, los vecinos comparten espacio con
los visitantes. Estas balconadas y los soportales de madera son marca
de identidad de esta tierra, y de otras tierras de España.
Existieron caballeros que mataron
dragones, y en Rioseco un preso acabó con la vida de un cocodrilo.
Una leyenda de gran calado en muchos lugares de Europa, explica el
origen de la piel de cocodrilo que se custodia en la iglesia de
Mediavilla.
Durante la construcción de la citada
iglesia, un cocodrilo que vivía en el río Sequillo ataba a los
trabajadores durante la noche. Los hombres armados del señor
Enríquez no conseguían capturar a la bestia y hubo de ser un preso
condenado a trabajar en las obras de la iglesia, quien gracias a un
inteligente ardid consiguió matar al cocodrilo. En agradecimiento el
Concejo de la villa concedió la libertad al preso convertido en
héroe.
A través del Canal de Castilla
llegaban las barcazas cargadas de carbón y partían con los sacos de
harina que se producían en la fábrica de San Antonio situada a
orillas del Canal.
Un espacio bucólico donde se mezclan
la belleza del entorno y el sueño ilustrado de aquellos que
intentaron modernizar el país. Sin duda alguna la estampa más bella
de Medina de Rioseco.
Otra postal muy diferente de Rioseco
está compuesta por los barrios y vecindarios que se asoman al casco
viejo de la ciudad.
¿Es el torrezno el rey de las tapas?
Y de postre un barraquito en la
Dársena Café Bar. La amabilidad su mejor carta de presentación.
Caminando por los pueblos de España.
El caminante sigue haciendo camino.
Viviendo.