miércoles, 12 de junio de 2019

MARCELA, LA PASTORA FEMINISTA Y LIBERTARIA.




Por cima de la peña donde se cavaba la sepultura, pareció la pastora Marcela, tan hermosa que pasaba a su fama su hermosura. Los que hasta entonces no la habían visto la miraban con admiración y silencio, y los que ya estaban acostumbrados a verla no quedaron menos suspensos que los que nunca la habían visto.

Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera que, sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura; y, por el amor que me mostráis, decís, y aun queréis, que esté yo obligada a amaros.Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama.

Y, así como la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata, por habérsela dado naturaleza, tampoco yo merezco ser reprehendida por ser hermosa; que la hermosura en la mujer honesta es como el fuego apartado o como la espada aguda, que ni él quema ni ella corta a quien a ellos no se acerca. La honra y las virtudes son adornos del alma, sin las cuales el cuerpo, aunque lo sea, no debe de parecer hermoso. Pues si la honestidad es una de las virtudes que al cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada por hermosa, por corresponder a la intención de aquel que, por sólo su gusto, con todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda?.

Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos.

Los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras.


La pastora Marcela es uno de los personajes femeninos más interesantes de cuantos habitan en las páginas del Quijote. Una mujer humilde que quiere ser dueña absoluta de sí misma y de su destino, que se niega a someterse a los convencionalismos sociales, rehúsa unirse a un hombre por que sí, decide mantenerse soltera y virgen, y vivir en los campos y el monte. Su aparición ante los hombres, en el mismo lugar donde Grisóstomo (aquel zagal que vivió enamorado de ella) yace muerto, contiene cierto aspecto fantasmal, una puesta en escena sobrenatural.

Marcela ha sido (y sigue siendo) un personajes que ha dado pie a múltiples interpretaciones, la mayoría de ellas complementarias, que han contribuido a enriquecer su personalidad. La hermosa pastora es un símbolo de la libertad absoluta (sin matices ni cortapisas), una personificación de la Diana cazadora (la Artemisa griega) que vaga por los montes de la Arcadia, totalmente liberada del yugo de las tareas domésticas que maniataban a las mujeres de su época, un ejemplo de humildad, capaz de reconocer tanto su belleza física, como que esta es un don efímero carente de auténtico valor, y posiblemente sin pretenderlo, un modelo para el feminismo que estaba por venir.

La bella e inteligante zagala nos ofrece, para terminar una lección para la vida; no podemos obligar a nadie que nos ame. Cuanto nos queda por aprender.


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