lunes, 20 de mayo de 2019

DE PONTEVEDRA A CALDAS DE REI. CAMINO A SANTIAGO.




Una etapa preciosa, menos llana de lo que se cuenta, lleva a los peregrinos xacobeos desde Pontevedra hasta Caldas de Rei, una ciudad balneario, ideal para descansar tras una larga caminata.



 Un puente de base romana que cruza el río Lérez sirve para abandonar el casco viejo pontevedrés. La oscuridad y la neblina matutina lo envuelven todo.




Un antiguo pazo monumental invadido por la vegetación ubicado en la parroquia de Alba a pocos kilómetros de la capital. La naturaleza recupera lo que siempre fue suyo, lo que nunca debió perder. El ser humano desaparecerá, y como recuerdo quedarán las piedras que colocó conformando extrañas formas.






Para ver mundo nada mejor que caminarlo. 


Viñedos por todos lados. Los que hoy dan sombra, mañana serán vino. Sin duda alguna una tierra fecunda en buenos caldos.



Cruceiros solitarios, antaño vigilaban las encrucijadas. 



Un lugar idílico para descansar, y por momentos, perderse del mundo, los muiños del río Barosa. Naturaleza domeñada por las sociedades humanas, no pierde su belleza.



Tibo. El final de un precioso camino. Se alza un cruceiro de 1654 y al lado una refrescante fuente de cuatro bocas construida en 1880. Entramos de lleno en el mundo rural y tradicional gallego, recuerdos vivos de otro tiempo, de otras formas de vida que se resisten a perecer en el olvido.




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