Los
peregrinos que vienen caminando hacia Pamplona, procedentes de los
impresionantes Montes Pirineos, detienen sus vista en un edificio en
la lejanía, el Palacio Cabo Armería de Olloki. Dos torres frontales
de planta rectangular. Una imagen de poder y fortaleza. Una torre
trasera cierra el recinto en la retaguardia.
Por encima
del palacio se sitúa una ermita ¿Románica?. Y a lo lejos, Pamplona.
Estos
edificios son la materialización del poder y de la capacidad de sus
dueños, jefes de clanes poderosos, que ejercer gran influencia entre
su gente, y cuya colaboración resulta fundamental para el buen
funcionamiento de una monarquía feudal de la Edad Media.
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