La gran conquista del día y una de los hitos emblemáticos de todo el Camino Francés. Una vez arriba nos serán perdonados los pecados, y es posible que también las deudas. La subida, entre trigales y campos de girasol, alterna rampas de fuerte pendiente (el primero casi una pared) con tramos de suave desnivel. En todo momento bajo los enormes molinos del parque eólico navarro.
El Alto del Perdón separa la cuenca de Pamplona de Valdizarbe. 750 metros de ascenso, que por momentos, parece interminable. Acariciamos el cielo con la yema de los dedos. Al parecer su nombre – del perdón – está relacionado, precisamente, con la dureza de la subida. Los bienpensados cuentan que alude a la postura encorvada de los peregrinos cuando encaran las rampas de subida, que casi parecen suplicar. Los más pícaros señalan que se debe al arrepentimiento de los piadosos que ascienden blasfemando las últimas rampas, y no tienen más remedio que pedir perdón al llegar a la cumbre. Desde aquí vemos pueblos y aldeas a vista de pájaros. Nos crecieron alas en la espalda. Hubo aquí una ermita, para rezar y dar gracias al Salvador, y hospital para el descanso. Al alcanzar la cima se conseguía el perdón de los pecados y garantizaba su salud espiritual en lo que quedaba de trayecto en caso de muerte. Desde aquí sólo quedan 700 kilómetros hasta la tumba del Apóstol Santiago.
Un punto de vientos perpetuos. “Donde se cruza el camino del viento con el de las estrellas”. El Caminante (peregrino o no) alcanza el Alto del Perdón y se sienta en la cumbre del mundo, el viento azota el terreno y el ser humano se siente más cerca de las estrellas.
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