Alberto
I Canfrancesco della Scalla, más conocido como Cangrande I Señor de
Verona, tanto hizo por su ciudad (bueno y malo), su auténtica patria
chica que cientos de veroneses (más de uno y más de dos sin
saberlo) pasan cada día por delante de su tumba, un maravilloso
sepulcro gótico aupado sobre la fachada exterior de una céntrica
iglesia románica, Santa María Antica, muy cerquita del concurrido
mercado de la fruta.
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