Balcón de casas blancas con
vistas la sierra. A un lado olivares, viñedos y campos de cereal, y
al otro alcornoques, encinas, castaños y nogales, en medio Atajate,
un balcón de casas blancas con vistas a la sierra.
Durante mucho tiempo la
economía de la villa giró en torno a la uva, siendo su producto
estrella el mosto. Hubo más de treinta lagares, muchos de ellos
siguen estando activos.
Las casas se apiñan formando
un apretado abanico al pie del cerro del cuervo. Encima del cerro
existió un pequeño castillo, un elemento esencial en épocas
turbulentas. Casas de piedra, ladrillo, cal y cubiertas de teja
árabe.
El producto que sostenía la
economía de la localidad era el aguardiante. Los viejos del lugar
aún recuerdan el olor a matalahúva que desprendían los alambiques
durante la destilación. A finales del siglo XIX una epidemia de
filoxera, que arrasó los viñedos, puso fin a la edad de oro del
aguardiente de Atajate.
Hinojo, tomillo y romero
inundan el aire con su inconfundible fragancia, hierbas aromáticas y
condimento exquisito para las piezas de caza.
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