Mientras los jutos, anglos y sajones habían ocupado la península que ahora llamamos Jutlandia y las costas situadas al sudoeste, las islas y el extremo meridional de lo que es ahora Suecia estaban habitadas por una tribu germánica conocida como los daneses.
Cuando los jutos, anglos y sajones
partieron en gran número hacia Gran Bretaña, en los siglos V y VI,
los daneses se expandieron hacia el Oeste, llenando el vacío dejado.
Sus descendientes aún viven allí, en la tierra que hoy llamamos
Dinamarca.
En la gran
península situada al norte de Dinamarca, vivían los noruegos, en la
parte que da al océano Atlántico, y los suecos, en la parte que
está frente al Báltico. A las tres naciones juntas podemos
llamarlas Escandinavia.
Las tres naciones tenían una
larga y vital tradición marina, pues poseían extensas costas; en el
caso de los, noruegos y los suecos, en particular, el frío clima
nórdico hace difícil la agricultura, por lo que la pesca es una
fuente primaria de alimentación.
A comienzos del siglo VIII, el
océano se convirtió en algo más que una fuente de alimentos para
esos «nórdicos». Se convirtió en una ruta que llevaba al saqueo y
la aventura. Por qué ocurrió así es algo que sólo podemos
conjeturarlo. El aumento de la población hacía difícil para los
nórdicos hallar suficiente alimento en su patria, y algunos de ellos
naturalmente, buscarían lugares mejores allende los mares. Otra
solución era combatir entre sí de modo que una tribu se apoderase
de la tierra y los recursos de otra. Entonces, el perdedor (los que
sobreviviesen) no tenía más opción que lanzarse a los mares.
Las primeras partidas de saqueo
que atravesaron el océano para atacar otras costas hallaron un botín
abundante y una resistencia débil. Cuando volvieron con relatos de
tal índole, naturalmente estimularon a otros a hacer lo mismo, por
ansia de botín, aventura y el mero placer de blandir la espada.
Isaac
Asimov. La Formación de Inglaterra.
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