La calavera en su nicho
nos observa desde el más allá
a través de las cuencas
vacías de sus ojos.
Al caer la noche sobre La Alberca
todos sus habitantes
entran en casa cerrando puertas y
atrancando ventanas,
en ese momento
comienza una lenta,
tétrica y desoladora procesión de ánimas
por sus empedradas calles. . . .
. . . que cesará su caminar con el
primer canto del gallo . . .
(leyenda inspirada durante una fugaz visita
al pueblo de la Alberca - verano 2011)
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