Un roedor de
gran tamaño, una especie de ardilla de tierra, de orejas y cabeza
corta, amante del sol, la siesta y la montaña. La Marmota Alpina –
Marmota marmota – pasa la mitad de su vida durmiendo y la otra
mitad tumbada al Sol. Durante las glaciaciones las marmotas
invadieron todo el continente europeo. Con la retirada de los hielos
quedaron constreñidas a los Alpes y los Cárpatos. Posteriormente
fueron reintroducidas en los Pirineos donde han conseguido medrar.
Habitantes pretéritos de las montañas, conocidos en la Antigüedad
Clásica, el naturalista Plinio el Viejo las llamó “ratones de los
Alpes” y escribió que transportaban la comida a su cubil
llevándola sobre la espalda.
Las marmotas
alpinas viven en las laderas de las montañas a más de 2000 metros
de altitud y es capaz de alimentarse de una considerable cantidad de
plantas, aunque suelen ocupar las altas cumbres rocosas,
desprovistas, casi totalmente, de cubierta vegetal. También
necesitan suelos suficientemente profundos para cavar sus
madrigueras. Se organizan en pequeños grupos familiares, y cada uno
de estos grupos dispone de una acogedora madriguera cuyo interior
forran cariñosamente con paja.
Son animales
tímidos y austadizos, que les encanta el sol, pero el sol fuerte de
mediodía y de pleno verano. Pueden pasar horas enteras tumbadas bajo
sus rayos. La mejor forma de observarlas es desde la distancia
utilizando unos prismáticos. Se puede ver como salen de su
madriguera, corretean por la hierba y se levantan, de cuando en
cuando, sobre sus patas traseras para ver si hay algún peligro. El
águila real es su enemigo más peligroso y cuando la marmota
centinela ve aproximarse alguna lanza un característico silbido de
aviso. El resto del grupo corre a esconderse. Como la mayoría de los
roedores la marmota necesita del contacto físico y de forma continua
con sus congéneres, se agarran, se frotan las narices y se rascan
con las patas.
Cuando
llegan los fríos el clan familiar de marmotas, compuesta por tres o
cuatro decenas de individuos, se introducen en la guarida excavada
bajo tierra, taponan las entradas y en la cámara más profunda se
echan a dormir todas juntas y apretadas. De esta manera consiguen
mantener el calor. Este profundo sueño dura no menos de cinco meses,
y es que la marmota es uno de los animales de considerable tamaño
que hacen una hibernación auténtica. Con el despertar de la
primavera, despierta también el celo.
Según el
naturalista suizo Hainard a estos animales lo que mas les entusiasma son “los bellos días, la vida apacible, el alimento abundante, los
juegos sobre la hierba y la siesta al sol”. Como esos turistas
nórdicos que cruzan Europa buscando el sol y las playas del mar
Mediterráneo.
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