El hórreo, ese granero, o almacén, utilizado para guardar y conservar en buen estados los alimentos, que se eleva sobre pilares para mantenerlos alejados de la humedad del suelo y de los animales, es todavía típico de los paisajes norteños, especialmente en Galicia, Asturias y Cantabria.
La construcción de graneros en altura ha sido una constante a lo largo de centenares de años y miles de kilómetros, pues los podemos encontrar en diferentes lugares del planeta.
Una de las descripciones más antiguas que se han conservado, es de Marco Terencio Varron.
"Otros construyen en sus campos unos graneros suspendidos sobre el suelo, tal como en Hispania Citerior y en algunas comarcas de la Apulia. Estos graneros se ventilan no sólo por el aire que penetra por los lados, a través de las ventanas, sino también por el que corre por debajo del piso de los mismos"
Varrón. Rerum Rusticarum I, 57, 3
Hace unos dos mil años, o quizás más, los lejanos antepasados de gallegos y asturianos ya utilizaban estos almacenes para secar y guardar el grano de las cosechas. En la actualidad son un elemento más del paisaje norteño y una estampa típica del Camino de Santiago.
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