Sertorio, general romano
que se enfrentó a la República contando con la ayuda de los gentes
de Iberia.
Quinto Sertorio nació a
finales del siglo II a.C., año 121, en Sabina, y gracias a su
valentía y éxitos militares, pronto conseguirá un ascenso en la
sociedad romana. Destacada fue su actuación en la batalla de Aquae
Sextae, bajo el mando de Cayo Mario contra los teutones y sus aliados
ambrones. Sertorio se disfrazó de germano, penetró en el campamento
enemigo y descubrió los planes de los teutones, lo que valió la
victoria del ejército romano.
“Después de la guerra
de los cimbrios y teutones Sertorio fue enviado a Iberia en calidad
de tribuno militar bajo el mando de Didio y pasó el invierno en la
ciudad de Cástulo, entre los celtíberos”
Plutarco. Sertorio 3.
A pesar de todo, Sertorio
era un “homo novis”, un advenedizo recién llegado y por tanto
nunca contará con la aprobación de los optimates, cuya facción
estaba encabezada por Sila, rival político de Mario.
A estos optimates el
poder les viene por su nacimiento y riquezas, eran una aristocracia
de abolengo, mientras que los populares habían conseguido alcanzar
su privilegiado estatus social gracias a su talento y sus méritos.
En ocasiones, los populares eran optimates que habían desertado, por
diversos motivos, de dicha facción. Como su propio nombre indica,
los populares buscaban el apoyo del pueblo para conseguir sus
objetivos políticos.
Cayo Mario uno de los más insignes militares de la Historia de Roma |
“El último de los
trabajos causados por Sila fue la guerra de Sertorio, de ocho años
de duración, nada fácil ni ligera para los romanos, quienes no
tenían que luchar contra los iberos, sino contra conciudadanos suyos
y contra Sertorio”
Apiano. Guerras Civiles. 1,
108.
Varios fueron los motivos
que llevaron a Quinto Sertorio utilizar la Península Ibérica como
teatro de operaciones. En el año 91 a.C. Sertorio había sido
cuestor en Hispania, por tanto conocía de primera mano el
territorio, la situación política y socioeconómica, y lo que
resultó más determinante, la idiosincracia de sus gentes.
El conocer la Península
Ibérica le abre a Sertorio todo un abanico de posibilidades. Tendría
al alcance de la mano el poder contar con los famosos mercenarios
lusitanos y celtíberos, rodearse de clientelas políticas y
militares que le apoyasen en su causa y obtener los importantes
recursos económicos de Iberia. Además, el proceso de romanización
ya había comenzado, por tanto, se trata de un territorio afín a la
cultura romana. Por último, señalar la privilegiada situación
estratégica de la península, con Italia y la propia Roma a un tiro
de piedra por si se viera en la necesidad de regresar rápidamente.
Quinto Sertorio llega a
la península mal pertrechado, cruzando los Pirineos con un pequeño
ejército de unos 3000 hombres, perseguidos por los 40000 legionarios
del ejército optimate dirigido por Anio Lusco. Los territorios que
tuvo que atravesar estaban poblados por tribus hostiles, a las que
tuvo que pagar para poder cruzarlos. A pesar de esta inferioridad
numérica y las condiciones adversas, Sertorio, con la inestimable
ayuda de los hispanos, fue capaz de mantener una guerra contra Roma
durante una década.
Los hispanos enfrentados
al Senado de Roma, hartos de abusos, injusticias y despropósitos,
ven en Sertorio una posibilidad de vencer, y por este motivo se van a
unir a él. En ese sentido Sertorio parece convertirse, al menos
durante algún tiempo, en un auténtico Libertador de los
Hispanos.
Una vez en Hispania, lo
primero que va hacer Sertorio es atraerse a los indígenas,
diciéndoles lo que quieren oír, y haciendo promesas que luego no va
a cumplir. Vamos, como cualquier político de nuestro tiempo.
Sertorio busca la energía
de la juventud, se atrae a los caudillos y élites indígenas, que en
su mayoría está descontenta con Roma. Les va a liberar de los
tributos y del alojamiento y manutención del ejército.
“Entonces, pues, dando
por enteramente perdida la ciudad, partió para Hispania, con la mira
de anticiparse a ocupar en ella el mando y la autoridad, y preparar
allí un refugio a los amigos desgraciados. Sobrecogiéronle malos
temporales en países montañosos, y tuvo que comprar de los
bárbaros, a costa de subsidios y exacciones, que le dejaran
continuar el camino. Incomodábanse los suyos y le decían no ser
digno de un procónsul romano pagar tributo a unos bárbaros
despreciables; más él, no poniendo la atención en lo que a estos
les parecía una vergüenza, les contestó: Lo que compro es la
ocasión, que es lo que más suele escasear a los que intentan cosas
grandes; así continuó ganando a los bárbaros con regalos, y
apresurándose, ocupó Hispania. Halló en ella una juventud
floreciente en el número y en la edad; pero como la viese mal
dispuesta a sujetarse a toda especie de mando a causa de la codicia y
los malos tratamientos de los pretores que les habían cabido, con la
afabilidad se atrajo a los más principales, y con el alivio de los
tributos a la muchedumbre; pero con lo que sobre todo se hizo
estimar, fue con librarlos de las molestias de los alojamientos.
Obligó a sus soldados a armarse barracas en los arrabales de los
pueblos, siendo él el primero que se hospedaba en ellas. Mas, sin
embargo, no se debió todo a la benevolencia de los bárbaros, sino
que, habiendo armado de los romanos allí domiciliados a los que
estaban en edad de tomar las armas, y habiendo construido naves y
máquinas de todas especies de este modo tuvo sujetas a las ciudades,
siendo benigno cuando se disfrutaba de paz y apareciendo temible a
los enemigos con sus prevenciones”
Plutarco. Sertorio 6
Los primeros éxitos
militares de Sertorio se deben a la habilidad para atraerse a los
indígenas hispanos. Su verdadero plan consistía en ganar la guerra
desde la península, para luego marchar sobre Roma. De ninguna manera
pensaba en liberar a los hispanos.
“De la grandeza de
ánimo de Sertorio son pruebas, primero el haber denominado Senado a
los senadores que, huídos de Roma, estaban con él, y el elegir
entre ellos a los cuestores y pretores, procediendo en todo de
acuerdo con las leyes patrias. En segundo lugar, el que, a pesar de
valerse de las armas, las riquezas y las ciudades de los españoles,
no les concedía la más mínima participación en el poder supremo,
imponiéndoles a los romanos por generales y magistrados, como si
quisiese restablecer a éstos en su libertad, no hacer prosperar a
aquéllos a costa de los romanos. Era muy amante de la patria y tenía
un gran deseo de volver a ella, pero, siendo maltratado, se mostraba
hombre de valor, aunque nada indigno hizo nunca contra los enemigos,
y después de obtener una victoria enviaba a decir a Metelo y a
Pompeyo que estaba dispuesto a dejar las armas y vivir como un
particular si obtenía la restitución, pues antes prefería ser en
Roma el más insignificante de los ciudadanos que, desterrado de
ella, ser proclamado rey de todos los demás. Dícese que no menos
que la patria echaba de menos a su madre, porque, siendo huérfano,
había sido cuidado por ella, y en todo la obedecía. Y, llamándole
sus amigos para ocupar el mando en Hispania, al saber la muerte de su
madre, por poco pierde la vida por el dolor; pues siete días estuvo
tendido sin dar la señal a los soldados, ni dejarse de ver por
ningún amigo, y con trabajo pudieron los generales y gente de
autoridad, rodeando su tiendo, obligarle a presentarse a los soldados
y ocuparse de los negocios que prosperaban. Por lo que creen muchos
que por naturaleza era benigno e inclinado a la tranquilidad, pero
que las circunstancias le llevaron a tener que usar de los mandos
militares; y no encontrando seguridad en otra parte, sus enemigos le
forzaron a lanzarse a la guerra, buscando en las armas sus seguridad
personal”.
Plutarco. Sertorio, 22
Entre los años 81 y 79
a.C. hostigado continuamente por el ejército de los optimates,
Sertorio nomadea de acá para allá; Ibiza, la Bética, Mauritania,
para finalmente acabar en Lusitania.
“Y así Sertorio,
dejando una ligera guarnición en la Mauritania, aprovechando una
noche oscura, a favor de la corriente intentó pasar sin combate, o
furtivamente o por su rapidez”
Salustio. Historias. 1,
104.
En todo este periplo, es
posible que pisara suelo canario. Según se desprende del texto de
Plutarco, Sertorio llegaría a desembarcar en las Islas Afortunadas.
“Habiendo por fin
cedido el viento arribó a unas islas, entre sí muy próximas,
desprovistas de agua, de las que hubo de partir; y pasando por el
estrecho gaditano, dobló a la derecha y tocó en la parte exterior
de Hispania, poco más arriba de la embocadura del Betis, que desagua
en el mar Exterior, dando nombre a la parte que baña esta región.
Diéronle allí noticias unos marineros, con quienes habló de
ciertas islas del Atlántico, de las que entonces venían. Estas son
dos, separadas por un breve estrecho, las cuales distan de África
10.000 estadios, y se llaman Afortunadas. Las lluvias en ellas son
moderadas y raras, pero los vientos, apacibles y provistos de rocío,
hacen que aquella tierra, muelle y crasa, no sólo se preste al arado
y a las plantaciones, sino que espontáneamente produzca frutos que
por su abundancia y buen sabor basten a alimentar sin trabajo y afán
a aquel pueblo descansado. Un aire sano, por el que las estaciones
casi se confunden, sin que haya sensibles mudanzas, es el que reina
en aquellas islas, pues los cierzos y solanos que soplan de la parte
de tierra, difundiéndose por la distancia de donde vienen en un
vasto espacio, van decayendo y pierden su fuerza; y los del mar, el
ábrego y el céfiro, siendo portadores de lluvias suaves y escasos,
por lo común, con una serenidad humectante, es con la que refrigeran
y con la que mantienen las plantas; de manera que hasta entre
aquellos bárbaros es opinión, que corre muy válida, haber estado
allí los Campos Elíseos, aquella mansión de los
bienaventurados que tanto celebró Homero”
Plutarco. Sertorio, 8.
Aparecen tópicos
literarios atribuidos a lugares lejanos, exóticos y en su mayor
parte desconocidos para los romanos. En su continua huída, Quinto
Sertorio llegó a este archipiélago tan distante de la propia Roma.
Puedes leer el artículo completo en http://www.claseshistoria.com/revista/2013/articulos/candon-sertorio.pdf
Puedes leer el artículo completo en http://www.claseshistoria.com/revista/2013/articulos/candon-sertorio.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario