El principio del fin para
Sertorio comenzó con la llegada a Hispania de Pompeyo Magno (76
a.C.). El libertador de los hispanos tendrá que atender ahora dos
frentes de combate a la vez; en el Levante será capaz de derrotar a
Pompeyo, pero Metelo consigue penetrar en territorios de Lusitania.
“Muerto Sila, y Lépido
después de Sila, parecía que Sertorio, disponiendo de un nuevo
ejército de Italia que Perpenna, general de Lépido, le había
llevado, había de transportar la guerra a Italia; temiendo lo cual
el Senado, reforzó el ejército de Hispania con un nuevo ejército y
un nuevo general, Pompeyo, joven aún, pero ilustre ya por sus
hazañas en Libia y en Italia bajo las órdenes de Sila. Pompeyo, con
grandes ánimos, atravesó los Alpes, no tan arrojadamente como
Aníbal, sino abriéndose otro camino cerca de las fuentes del Ródano
y del Eridano; los cuales nacen en los Alpes a no mucha distancia el
uno del otro, fluyendo el uno a través de la Galia Transalpina hasta
el mar Tirreno, y el otro, por este lado de los Alpes hacia el mar
Jónico; llamado este último por los latinos Po en lugar de Eridano.
Apiano. Guerras Civiles. 1,
108 – 109.
Sertorio versus Pompeyo,
dos grandes generales frente a frente. Ante un gran rival como era
Pompeyo, Sertorio dió muestra de todas sus virtudes como militar.
“Mientras luchó contra
los de Metelo parecía que su buena fortuna era debida más a la
vejez y torpeza de Metelo, quien tenía que habérselas contra un
hombre vigoroso y caudillo de una tropa de bandidos más que de un
ejército regular; pero cuando, pasado que hubo Pompeyo los Pirineos,
Sertorio acampó enfrente de él, y en toda clase de pruebas dio
muestra de su habilidad militar tanto acometiendo como defendiéndose,
entonces hasta Roma llegó la fama de que era el más diestro en
dirigir la guerra entre los generales de su tiempo. Y no era poca la
fama de Pompeyo, sino que estaba entonces en lo más florido de su
gloria, a causa de sus hazañas en el partido de Sila, por las que
éste le llamó “Magno”, es decir “Grande”, y obtuvo un
triunfo siendo aún imberbe”
Plutarco. Sertorio, 18
Al año siguiente, tras
tomar, y luego perder Valencia, Pompeyo marcha al norte del Ebro, y
Metelo pasará el invierno en la Galia. Aprovechando esta situación,
el Magno funda Pompaelo o Pompeiopolis (actual Pamplona).
Tras comprobar que en la
costa no se conseguía nada, Pompeyo decide atacar el centro
neurálgico sertoriano, el centro de la península. Dirigirá sus
fuerzas al interior de Celtiberia, importante núcleo donde Sertorio
recluta mercenarios. Aunque muchas ciudades resisten, algunas otras
se unen a Pompeyo.
“Al año siguiente los
generales romanos, un poco más animados, invadieron las ciudades de
Sertorio con desprecio del enemigo, infligiéndole grandes daños; y
enardecidos por estos éxitos, siguieron adelante”
Apiano. Guerras Civiles. 1,
113.
Uno de los grandes
problemas que tendrá Sertorio será él mismo. A medida que la
fortuna le iba esquivando, su carácter se iba agriando y
endureciendo más de la cuenta. Y sin un buen estado de ánimo, es
bastante factible, que todo lo que emprendamos termine en estrepitoso
fracaso.
“Por mi parte, no creo
que una virtud decidida y razonada pueda degenerar por ningún
accidente en el vicio opuesto, aunque no es imposible que los mejores
propósitos y caracteres bajo el embate de calamidades injustamente
padecidas cambien en sus costumbres; y esto es lo que me parece que
sucedió en Sertorio; cuando vio que le dejaba la fortuna, irritado
por los mismos acontecimientos, se hizo cruel contra los que le
ofendían”
Plutarco. Sertorio, 10
El primer golpe de mano,
casi definitivo podríamos decir, que Roma propina a Sertorio, viene
por la vía legal. En el año 73 a.C. se promulga la Lex Plautia
de Redditu Lepidanorum. Se trata de una ley de armisticio,
perdonando a todos los populares perseguidos y diseminados por todo
el imperio. Muchos de los seguidores de Sertorio, cansados de tanta
guerra, deciden abandonar a su general y regresar pacíficamente a
Roma. Sin necesidad de entablar combate, la República ha lanzado un
mortífero torpedo que ha impactado en la línea de flotación
sertoriana. Ahora si que podemos decir que comienza la caída de
Sertorio.
Aprovechando el desplome
de las fuerzas sertorianas, Pompeyo avanza triunfalmente por el Valle
del Ebro y la Celtiberia.
A pesar de todo, Roma no
podía quedar tranquila mientras Sertorio siguiera respirando. Y como
hizo en tantas ocasiones se sirvió de la traición y el asesinato a
sangre fría, para dar por zanjada la partida. Marco Perpenna fue el
traidor, y aprovechando un distendido banquete asesinó a Sertorio.
“[Perpenna] invitó a
Sertorio, quien nunca dejaba su escolta, a un festín; y
emborrachándolo junto con su séquito, después del banquete lo
asesinó.”
Apiano. Guerras Civiles. 1,
113.
“Pero cuando Perpenna
tomó una copa de vino y la dejó caer en el acto de estar bebiendo
haciendo gran ruido, lo que era la señal convenida, Antonio, que
estaba tendido al lado de Sertorio, le hirió con un puñal. Volvióse
éste al golpe intentando levantarse, pero Antonio se lanzó sobre él
y le cogió por ambas manos, de modo que, hiriéndole muchos a un
tiempo, murió si poderse defender”
Plutarco. Sertorio, 26.
“El mismo Sertorio a
los diez años de empezada la guerra, murió a manos de los suyos,
víctima de las mismas intrigas que Viriato”.
Orosio, V, 23, 13.
“Los asesinos de
Sertorio consideraron que ni siquiera deberían solicitar recompensa
a los romanos, por cuanto recordaban que había sido anteriormente
denegada a los asesinos de Viriato”
Orosio V, 23, 15
Muerto el pastor, las
ovejas se diseminan solas, y tras concluir la pacificación de
Hispania, en el 71 a. C. Pompeyo regresó a Roma.
“La mayor parte de los
hispanos al punto abandonaron aquel partido, y se entregaron a
Pompeyo y a Metelo, enviándoles al efecto embajadores; y Perpenna se
puso al frente de los que quedaron con resolución de tentar alguna
empresa.”
Plutarco. Sertorio, 27.
“Pompeyo en Hispania,
habiendo previamente dispuesto tropas que atacasen desde un lugar
oculto, condujo al enemigo, fingiendo temor, a una celada, y cuando
llegó el momento a propósito, volvióse y cayó sobre ellos de
frente y por ambos lados hasta aniquilarlo por completo, capturando
incluso a su general Perpenna”
Frontino. 2, 5, 32.
Tres fueron las causas
del éxito de Sertorio: el talento natural del propio Sertorio, su
conocimiento geográfico y social de la península y el hábil
aprovechamiento en beneficio propio de las instituciones, prácticas
y costumbres de los diferentes pueblos hispanos.
En su debe, señalamos
otras tantas claves para su derrota: el no cumplir todo lo prometido
a los hispanos, que le granjeo la desconfianza, la ley de armisticio
le privó de muchos de sus colaboradores y un ejército optimate más
numeroso, más poderoso y dirigido por un gran general; Pompeyo.
“Esto es lo que
encontré digno de recuerdo de lo que por este tiempo los romanos
llevaron a cabo contra los pueblos de Hispania. Más adelante, cuando
luchaban en Roma las facciones de Sila y de Cinna, y en luchas
fratricidas dirigían las armas contra la patria, Quinto Sertorio,
elegido pretor de Hispania por la facción de Cinna, levantó esta
provincia contra Roma; y reuniendo un numeroso ejército y formando
con sus amigos un consejo a imitación del Senado, se dirigía contra
Roma con gran audacia y temeridad, cualidades por las que había
alcanzado gran renombre de animoso. Atemorizado el Senado, eligió a
los dos generales más acreditados de aquel tiempo, Cecilio Metelo
con un fuerte ejército y Cneo Pompeyo con otro, para que por todos
los medios alejasen aquella guerra de Italia, entonces dividida por
las discordias. Pero Perpenna,uno de los facciosos, asesinó a
Sertorio, y le sucedió en el mando de la sedición. Pompeyo dio
muerte a Perpenna en una batalla, y así terminó esta guerra que
tanto había aterrorizado a los romanos”
Apiano. Sobre Iberia 101.
Sertorio, hombre con las
ideas claras, dispuesto a poner el destino a su favor, valiente
general y con las capacidades necesarias para atraerse partidarios y
manejar a las masas.
“Sertorio fue un hombre
resuelto, un egregio general y hábil en manejar y gobernar a los
soldados. En ocasiones difíciles no dudaba en mentir a los soldados
si la mentira había de ser provechosa, ni en leerles mensajes falsos
en lugar de los auténticos, ni en inventarse sueños ni en suscitar
falsas supersticiones, si en algo estas cosas ayudaban a influir en
el ánimo de los soldados”.
Aulo Gelio 15, 22
Puedes leer el artículo completo en http://www.claseshistoria.com/revista/2013/articulos/candon-sertorio.pdf
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