Una iglesia gótica del siglo XV domina el caserío del pequeño pueblo del Pirineo francés llamado Cirés, en la histórica región de Occitania. Muy cerquita de la ciudad balneario Bagneres de Luchon. El camposanto acerca a los difuntos a los Cielos.
Existen autopistas que unen grandes capitales y populosas urbes. También hay carreteras sinuosas que parecen no llegar a ninguna parte. Y sin embargo de llevan a lugares como este.
Callejuelas empedradas trepan montaña arriba. La horizontalidad aquí es mera ilusión.
La perspectiva cambia mientras nos movemos, los desniveles del terreno nos regalan maravillosas postales.
Uno de esos maravillosos pueblecitos con encanto y paisajes pintorescos. Estos valles están llenos de ciervos. La época de la berrea aquí tiene que ser impresionante.
Olor a hierba fresca, susurro de ramas y cortezas. Hace mucho abandonamos el medio rural para mal vivir en incómodas colmenas de acero y hormigón.
Cires duerme acurrucada entre bosques y pastos, y cada noche sueña con leyendas que vienen de más allá de aquellos montes.
La montaña es un caleidoscopio de sensaciones.
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