Los gremios medievales ocupaban determinados barrios en la ciudad, de este modo, los curtidores siempre tenían sus talleres lejos del centro urbano y próximos a las aguas del río. El Puente de Rochapea o Curtidores (Arrotxapeko edo Zamargileea zubia) en Pamplona era utilizado antiguamente para colgar las pieles a secar. En la actualidad es frecuente encontrar mucha actividad en esta parte del río y toparse con pescadores, piragüas y remeros.
Aunque este puente sufrió sucesivas reformas, no ha perdido su aspecto original medieval y aún conserva sus cuatro arcos. Aneliers, que escribe sobre la guerra de la Navarrería en el año 1276, lo llama Puente Nuevo, lo que nos lleva a suponer que en el lugar existía otro puente anterior, más antiguo.
Muy cerca del Puente de Rochapea se encuentran los Corralillos del Gas, donde se guardan las reses bravas durante las fiestas de San Fermín. Cada noche, a eso de las once, en silencio y bajo la atenta mirada de la luna estival, se trasladan por las calles hasta los corrales de Santo Domingo, es el conocido Encierrillo.
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