lunes, 30 de octubre de 2017

NOVIEMBRE DE 1518 EL TERREMOTO QUE DESTRUYÓ VERA.



Al filo de la medianoche del martes 9 de noviembre de 1518 un violento terremoto sacudió la ciudad de Vera, situada en el levante almeriense. Cuentan las crónicas de la época que sólo quedó en pie una pequeña capilla de la iglesia y que la mayoría de la población pereció aquella aciaga noche. El terremoto que destruyó la antigua Vera fue el último de una serie de seísmos que se iniciaron el verano anterior, concretamente el 10 de junio, y que afectaron, en mayor o menor medida, a muchas de las localidades circundantes: Albox, Cantoria, la propia Vera, Huércal Overa, Lorca o Cuevas del Almanzora.

En la ciudad de Vera se produjeron dos sacudidas muy seguidas que destruyeron la práctica totalidad de la población. Según el testimonio de un superviviente: “acabado de pasar el terremoto luego vino otro casi tan grande como el primero de la mesma manera que acabó de derribar todo lo que quedaba enhiesto”. Cómo suele suceder, la naturaleza no avisa de la catástrofe que se avecina, y los vecinos no tuvieron tiempo de reaccionar. Uno de ellos declaró: “antes que se pudiera levantar de la cama les cayó toda la casa encima”. En la cercana Mojácar tan sólo se sintió un único temblor de cierta intensidad aunque el castillo y las defensas de la ciudad quedaron en un estado ruinoso.

El nivel de destrucción fue tal, que los historiadores no dudan en admitir que existe un antes y un después de noviembre de 1518, en esa fecha terminó definitivamente la Edad Media y dio comienzo la Edad Moderna. Se calcula que en Vera fallecieron no menos de 150 personas, con un elevado número de heridos sin determinar. Los daños materiales fueron de tal magnitud que no quedó nada en pie. El castillo que coronaba el cerro se vino abajo en su totalidad, se derrumbaron torres y murallas, las peñas se abrieron y lo que antes era una concurrida población acabó convertida en poco minutos en un solar lleno de escombros. Y como las desgracias nunca vienen solas, la fuente de Vera se secó completamente después del temblor de tierra, añadiendo más dramatismo a la situación. La falta de agua en una tierra, de por sí árida, influyó de forma determinante a la hora de elegir un nuevo emplazamiento.

La antigua población de Vera (denominada Barya) estaba encaramada en un cerro, conocido en la actualidad como “Espíritu Santo”, su origen era musulmán y los cristianos hacía poco tiempo que habían llegado (conquista cristiana). En noviembre de 1518 quedó completamente devastada, pero el ser humano siempre ha demostrado su capacidad de superación y tres de los pocos supervivientes, fundaron, esta vez en la llanura, la ciudad actual de Vera (renacentista y moderna). La leyenda cuenta que lanzaron una flecha y allí dónde cayó levantaron la nueva población.

Durante los años posteriores al terremoto, la corona – representada por el corregidor de Vera y Guadix Francisco de Castilla - se implicó activamente en la refundación de la ciudad, decidiendo la construcción de una iglesia fortaleza que pudiera servir también contra las incursiones de los piratas berberiscos, pero esa historia la dejaré para otro día.


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