Un conquistador de territorios y de personas, que quiso abrir nuevos horizontes, agrandando el mundo conocido. A lomos de su caballo Bucéfalo protagonizó la más grande epopeya del Mundo Clásico (a la par con Odiseo). Una vida legendaria, donde la anécdota, lo improbable y la leyenda, conviven fielmente con el frío dato histórico y el apunte del cronista. Sus viajes han inspirado a eruditos y novelistas por igual. Veinticuatro siglos después, aún sigue maravillándonos.
En el siglo IV a.C. las polis griegas estaban exhaustas después de una larga etapa de enfrentamientos entre ellas. Su vecino del Norte, al que consideraban un pueblo bárbaro e incivilizado, el Reino de Macedonia, aprovechó la coyuntura para derrotar a los atenienses y lanzarse a conquistar el resto de la Hélade. Filipo II “el Tuerto” organizó un eficiente ejército basado en la falange, y protagonizó la primera fase de la expansión macedónica.
Alejandro, hijo de Filipo II y de Olimpia, continuó y engrandeció la obra de su padre. Filipo, que se preocupaba mucho por la educación de su hijo, buscó al mejor de los maestros posibles, Aristóteles.
En el siglo IV a.C. las polis griegas estaban exhaustas después de una larga etapa de enfrentamientos entre ellas. Su vecino del Norte, al que consideraban un pueblo bárbaro e incivilizado, el Reino de Macedonia, aprovechó la coyuntura para derrotar a los atenienses y lanzarse a conquistar el resto de la Hélade. Filipo II “el Tuerto” organizó un eficiente ejército basado en la falange, y protagonizó la primera fase de la expansión macedónica.
Alejandro, hijo de Filipo II y de Olimpia, continuó y engrandeció la obra de su padre. Filipo, que se preocupaba mucho por la educación de su hijo, buscó al mejor de los maestros posibles, Aristóteles.
“Filipo envió a buscar a Aristóteles, el más ilustre y sabio de los filósofos. Le encargó la educación de su hijo y le dio espléndidas recompensas.
Alejandro no recibió tan solo una educación moral y política, Aristóteles le inculcó el gusto por la medicina. Llegó incluso a ir a visitar a sus amigos que habían caído enfermos y les prescribía tratamientos para curar sus males.
También le inculcó un gran amor por las letras y la lectura. Consideraba la Ilíada como el modelo de valores de un soldado y tenía siempre un ejemplar del libro junto a él. También amaba las tragedias de Eurípides, de Sófocles y de Esquilo, y sentía una gran pasión por la filosofía”
Plutarco, Vidas Paralelas.
Cuando Filipo II murió Alejandro apenas tenía 20 años, heredó la corona y completó la conquista de toda la Hélade, a la que unificó bajo su monarquía. Todo el poder se concentraba en sus manos y se apoyaba en la fuerza arrolladora de su ejército. Pero Alejandro quería más y se embarcó en su proyecto más ambicioso, la conquista del enorme Imperio Persa, que le llevó hasta donde ningún otro griego había estado antes. Entre el 334 a.C. y el 323 a.C. Alejandro Magno viajó desde la Grecia continental a la India.
Asia Menor.
En el año 334 a.C. el general macedonio derrotó a los persas en Gránico, ese día su amigo Clito el Negro le salvó de una muerte casi segura, asedió Tiro y conquistó toda la costa oriental del Mediterráneo. Las prósperas ciudades jonias, cunas de la filosofía occidental, cayeron irremediablemente bajo el yugo macedonio.
“Alejandro cruzó el Helesponto con su ejército para pasar de Europa a Asia. Él mismo navegó hasta Troya con 60 barcos de guerra. Fue el primer macedonio en saltar a tierra y declaró que recibía Asia como un bien entregado por los dioses.
Después de honrar la tumba de Aquiles y los otros héroes de la guerra de Troya, e hizo sacrificios en su honor”.
Diodoro de Sicilia.
Las lágrimas de Alejandro.
Alejandro no recibió tan solo una educación moral y política, Aristóteles le inculcó el gusto por la medicina. Llegó incluso a ir a visitar a sus amigos que habían caído enfermos y les prescribía tratamientos para curar sus males.
También le inculcó un gran amor por las letras y la lectura. Consideraba la Ilíada como el modelo de valores de un soldado y tenía siempre un ejemplar del libro junto a él. También amaba las tragedias de Eurípides, de Sófocles y de Esquilo, y sentía una gran pasión por la filosofía”
Plutarco, Vidas Paralelas.
Cuando Filipo II murió Alejandro apenas tenía 20 años, heredó la corona y completó la conquista de toda la Hélade, a la que unificó bajo su monarquía. Todo el poder se concentraba en sus manos y se apoyaba en la fuerza arrolladora de su ejército. Pero Alejandro quería más y se embarcó en su proyecto más ambicioso, la conquista del enorme Imperio Persa, que le llevó hasta donde ningún otro griego había estado antes. Entre el 334 a.C. y el 323 a.C. Alejandro Magno viajó desde la Grecia continental a la India.
Asia Menor.
En el año 334 a.C. el general macedonio derrotó a los persas en Gránico, ese día su amigo Clito el Negro le salvó de una muerte casi segura, asedió Tiro y conquistó toda la costa oriental del Mediterráneo. Las prósperas ciudades jonias, cunas de la filosofía occidental, cayeron irremediablemente bajo el yugo macedonio.
“Alejandro cruzó el Helesponto con su ejército para pasar de Europa a Asia. Él mismo navegó hasta Troya con 60 barcos de guerra. Fue el primer macedonio en saltar a tierra y declaró que recibía Asia como un bien entregado por los dioses.
Después de honrar la tumba de Aquiles y los otros héroes de la guerra de Troya, e hizo sacrificios en su honor”.
Diodoro de Sicilia.
Las lágrimas de Alejandro.
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| Alejandro Magno junto a la tumba de Aquiles. Giovanni Paolo Panini. |
Alejandro creció oyendo las hazañas del héroe Aquiles y desde niño soñaba con emularlo. Cuando atravesó el Helesponte en su camino a Asia, se detuvo ante las ruinas de la legendaria ciudad de Troya. Cuentan que lloró ante la tumba de su héroe, el espejo en el que deseaba mirarse.
Faraón en Egipto.
Desde Asia Menor Alejandro siguió la ruta del sur hacia Siria, donde derrotó a Dario III en la batalla de Issos (333 a.C.) y continuó el viaje hasta Egipto, siendo recibido como un héroe. Los sacerdotes del dios Amón no dudaron en proclamarlo faraón.
“Llegado a Egipto, se dirigió al santuario de Amón y el sacerdote le recibió como si se tratase de un hijo del dios Amón. El rey le preguntó si Amón le reservaba el destino de convertirse en rey del Universo. El sacerdote contestó que llegaría a serlo”.
Plutarco, Vidas Paralelas.
En el país del Nilo, en la región del delta fundó la ciudad de Alejandría, que sería la más prospera de los reinos helenísticos, convertida en un auténtico faro de la cultura. En Alejandría se creó la biblioteca más importante del Mundo Antiguo.
En el Corazón de Asia.
Alejandro continuó su victoriosa campaña invadiendo el imperio persa y conquistando Susa y Persépolis, sus grandes ciudades. En el 331 a.C. derrotó definitivamente al rey Darío III en la batalla de Gaugamela.
Faraón en Egipto.
Desde Asia Menor Alejandro siguió la ruta del sur hacia Siria, donde derrotó a Dario III en la batalla de Issos (333 a.C.) y continuó el viaje hasta Egipto, siendo recibido como un héroe. Los sacerdotes del dios Amón no dudaron en proclamarlo faraón.
“Llegado a Egipto, se dirigió al santuario de Amón y el sacerdote le recibió como si se tratase de un hijo del dios Amón. El rey le preguntó si Amón le reservaba el destino de convertirse en rey del Universo. El sacerdote contestó que llegaría a serlo”.
Plutarco, Vidas Paralelas.
En el país del Nilo, en la región del delta fundó la ciudad de Alejandría, que sería la más prospera de los reinos helenísticos, convertida en un auténtico faro de la cultura. En Alejandría se creó la biblioteca más importante del Mundo Antiguo.
En el Corazón de Asia.
Alejandro continuó su victoriosa campaña invadiendo el imperio persa y conquistando Susa y Persépolis, sus grandes ciudades. En el 331 a.C. derrotó definitivamente al rey Darío III en la batalla de Gaugamela.
Tras la conquista de Persia, las falanges de macedonia, dirigidas por su incansable líder, se adentraron en Asia Central, alcanzado las tierras del actual Pakistán. Para consolidar sus conquistas y forjar alianzas con las poblaciones autóctonas, Alejandro contrajo matrimonio con una princesa nativa, Roxana.
“Alejandro se vistió con el traje tradicional de los bárbaros [persas] y así se mostró en público. (…). Quería parecerse a las gentes del país y estimularlos a adoptar costumbres macedonias. Creía que esta mezcla le ayudaría, más que la violencia, a dar estabilidad a su poder cuando él hubiese partido”.
Plutarco.
La India.
La ambición de Alejandro y el espíritu curioso de querer siempre ir un poco más allá no conocía límites. Pero sus hombres estaban exhaustos. Llegados a las puertas de la India su capitanes se negaron a seguir el avance y el ejército inició el viaje de regreso.
“Alejandro se vistió con el traje tradicional de los bárbaros [persas] y así se mostró en público. (…). Quería parecerse a las gentes del país y estimularlos a adoptar costumbres macedonias. Creía que esta mezcla le ayudaría, más que la violencia, a dar estabilidad a su poder cuando él hubiese partido”.
Plutarco.
La India.
La ambición de Alejandro y el espíritu curioso de querer siempre ir un poco más allá no conocía límites. Pero sus hombres estaban exhaustos. Llegados a las puertas de la India su capitanes se negaron a seguir el avance y el ejército inició el viaje de regreso.
“Llegados a la India, Alejandro se dirigió a sus soldados: Las fronteras de nuestras conquistas serán las mismas que los dioses crearon para la Tierra. Pero las tropas respondieron: Debemos regresar a Grecia. Tú podrás, si tú quieres, reemprender la conquista de la India más tarde. Pero serán otros griegos y otros macedonios los que te acompañen”.
Flavio Arriano, Anábasis de Alejandro Magno.
Babilonia.
Las tropas macedonias desandaron el camino andado y hayándose en Mesopotamia, Alejandro decidió parar en la ciudad de Babilonia. Allí se entregó a la bebida y al vicio, contrayendo unas fiebres que terminaron derrotándolo. Alejandro murió con apenas treinta años sin llegar a ver el sueño cumplido de conquistar el mundo entero.
Alejandro es un personaje que levanta pasiones. Tal vez estemos ante uno de los gobernantes y militares más sobrevalorados de la historia. Dos mil cuatrocientos años de propaganda consiguen mucho. Mejor táctico que estratega, más aventurero que estadista. Sus viajes y hazañas seguirán alimentando su leyenda algunos milenios más.
Flavio Arriano, Anábasis de Alejandro Magno.
Babilonia.
Las tropas macedonias desandaron el camino andado y hayándose en Mesopotamia, Alejandro decidió parar en la ciudad de Babilonia. Allí se entregó a la bebida y al vicio, contrayendo unas fiebres que terminaron derrotándolo. Alejandro murió con apenas treinta años sin llegar a ver el sueño cumplido de conquistar el mundo entero.
Alejandro es un personaje que levanta pasiones. Tal vez estemos ante uno de los gobernantes y militares más sobrevalorados de la historia. Dos mil cuatrocientos años de propaganda consiguen mucho. Mejor táctico que estratega, más aventurero que estadista. Sus viajes y hazañas seguirán alimentando su leyenda algunos milenios más.



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