Witerico fue rey de los visigodos entre el 603 y el 610, y debió ser un tipo muy malo y sin escrúpulos, ya que está considerado el más desalmado de los reyes godos y fue conocido como el dos veces traidor.
Primera traición. Durante el reinado de Recaredo, Witerico formaba parte de una conspiración arriana para eliminar a un obispo católico de gran influencia, Masona, y a un poderoso duque que había abrazado con gran firmeza el catolicismo. En el último momento cambió de opinión y delató a sus compañeros de conspiración que fueron duramente castigados.
Segunda traición. Reinando Liuva II aprovechó que se le había otorgado el mando del ejército para luchar contra los bizantinos asentados en Levante, y utilizó a los soldados para derrocar al rey y coronarse él mismo.
Su reinado estuvo protagonizado por una política muy contraria a la nobleza visigoda (como fue el caso del conde de Septimania Búlgar, que fue torturado y desterrado). La pretensión de Witerico era reforzar su figura por encima del resto. Los propios nobles que le habían encumbrado decidieron asesinarlo durante la celebración de un banquete.
Su muerte fue celebrada, el cadáver arrastrado. La gente se lanzó a las calles para ovacionar la barbarie, arrastrar su cuerpo por Toledo y finalmente abandonarlo en una fosa común.
Primera traición. Durante el reinado de Recaredo, Witerico formaba parte de una conspiración arriana para eliminar a un obispo católico de gran influencia, Masona, y a un poderoso duque que había abrazado con gran firmeza el catolicismo. En el último momento cambió de opinión y delató a sus compañeros de conspiración que fueron duramente castigados.
Segunda traición. Reinando Liuva II aprovechó que se le había otorgado el mando del ejército para luchar contra los bizantinos asentados en Levante, y utilizó a los soldados para derrocar al rey y coronarse él mismo.
Su reinado estuvo protagonizado por una política muy contraria a la nobleza visigoda (como fue el caso del conde de Septimania Búlgar, que fue torturado y desterrado). La pretensión de Witerico era reforzar su figura por encima del resto. Los propios nobles que le habían encumbrado decidieron asesinarlo durante la celebración de un banquete.
Su muerte fue celebrada, el cadáver arrastrado. La gente se lanzó a las calles para ovacionar la barbarie, arrastrar su cuerpo por Toledo y finalmente abandonarlo en una fosa común.


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