Desde los lejanos orígenes de los conflictos bélicos, uno de los grandes problemas que tienen que dar solución los Estados Mayores es el transporte de tropas. A lo largo de la historia bélica de la humanidad, ha sido la marina la encargada de desempeñar este cometido.
Las Cruzadas medievales provocaron el trasiego, casi constante, de hombres, bestias y pertrechos desde los puertos de Occidente hasta Tierra Santa. Pisa y Génova fueron las primeras ciudades italianas que supieron beneficiarse de esta circunstancia. Como pago ambas ciudades obtuvieron concesiones comerciales en las ciudades sirias conquistadas.
Pisa basaba su comercio local en materias primas como hierro, sal y cereales, pero al entrar en contacto con los mercados del Mediterráneo Oriental, sus comerciantes empezaron a figurar entre los principales suministradores de seda, especias y otros tejidos de lujo. Pisa consiguió mantener esta privilegiada situación hasta 1284 fecha en que fue derrotada y totalmente eclipsada por la República de Génova, su más enconada rival en el mar Tirreno. El choque definitivo entre las dos república marineras aconteció en la batalla de Meloria.
La República de Venecia había rechazado la oferta de participar en la Primera Cruzada por temor a disgustar al basileus bizantino, que no vería con buenos ojos el establecimiento de estados latinos en los territorios, que hasta hacía poco tiempo, habían pertenecido al Imperio. No obstante en el 1100 el senado veneciano decidió colaborar con Godofredo de Bouillón, protector del Santo Sepulcro, y a cambio se aseguró ciertos derechos en todas las ciudades conquistadas por los cruzados a partir de ese momento.
Desde finales del siglo X Venecia había sido el socio comercial mas importante de Bizancio. En el año 1082 el basileus Alejo I había completado las numerosas concesiones alcanzadas con anterioridad, concendiendo libertad ilimitada de comercio por todo el Imperio, así como inmunidad aduanera y la posesión de un barrio en Constantinopla.
G. Luzzatto en su obra An Economic History of Italy from the Fall of the Roman Empire to Beginning of the Sixteenth century, ha estudiado las colonias pisanas, venecianas y genovesas en puertos y ciudades del Levante Mediterráneo.
G. Luzzatto en su obra An Economic History of Italy from the Fall of the Roman Empire to Beginning of the Sixteenth century, ha estudiado las colonias pisanas, venecianas y genovesas en puertos y ciudades del Levante Mediterráneo.
Estas concesiones solían variar en cuanto a su extensión, aunque tenían muchos elementos en común , como por ejemplo la existencia de un fondaco (fondachi en plural), almacenes que fueron creados por todo Oriente Próximo. Además de esas concesiones territoriales se otorgaban derechos jurisdiccionales. Las poblaciones italianas establecidas en estas ciudades se regían por sus propias leyes y eran juzgados, al menos en los asuntos civiles y comerciales, por magistrados de sus propias ciudades. En ocasiones esos magistrados recibían el nombre de cónsules.
En poco tiempo los italianos consiguieron introducirse en los mercados islámicos con el establecimiento de fondachi en la dinámica y próspera ciudad de Alejandría (Egipto) donde podían obtener fácilmente,y a menor precio, los apreciados productos procedentes de India, China, y por supuesto, el Valle del Nilo. Estos productos del Lejano Oriente llegaban por vía marítima desde los mercados de la India y de China, siguiendo las mismas rutas que ya eran utilizadas en la época clásica, hasta el Golfo Pérsico, Arabia y el mar Rojo, todos ellos enclaves situados en países islámicos. En ciudades de larga tradición mercantil, Alepo, Antioquía o Damasco, se producen los intercambios entre los intermediarios musulmanes y los mercaderes de la Europa mediterránea.
Durante el siglo XII, además de en los puertos sirios que acabamos de citar, los valiosos productos llegados de Oriente, se podían obtener en el Mar Negro y en Constantinopla, una ruta en la que Venecia ejercía prácticamente un monopolio comercial. En esta ruta, la península de Crimea era un punto clave, ya que los venecianos comerciaban en el Quersoneso, y posteriormente establecieron una colonia en Sudak.
Los acontecimientos políticos, igual antes que ahora, ejercían una influencia decisiva sobre las rutas comerciales. Un acontecimiento, y una despiadada maniobra, contribuyeron a la consolidación del control veneciano en Levante; el ataque al Imperio Bizantino de 1204 mal llamado Cuarta Cruzada. Los resultados de las maquinaciones del dogo veneciano no fueron mal recibidas ni por otras potencias, ni por el Papado. La victoria de los latinos situó a Venecia en una posición inmejorable en el Egeo, el Mediterráneo Oriental y el mar Negro.
Entre 1024 y 1261, media centuria, el imperio quedó reducido a la impotencia casi absoluta, y los venecianos aprovecharon para establecerse en muchas de las islas Cícladas (Andros, Tinos, Mykonos, Paros, Naxos y Milos), en Negroponte (Calcis), en los puertos de Coron y Modon en el Peloponeso, en Durazzo y en Corfú. Con todo, sería la isla de Creta la posición veneciana más importante. Desde allí dominaba todo el comercio del Mediterráneo Oriental.







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