De Larrasoaña a Pamplona siguiendo la ruta alternativa que transita junto al río Arga, en vez de hacerlo por el trazado histórico a través de Trinidad de Arre (aquí el camino del Baztán que comienza en Bayona confluye con el francés) , Villaba y Burlada. Los puntos intermedios son Akerreta y Zuriain, alcanzado Irotz, donde se inicia el sendero fluvial que nos llevará hasta la capital pamplonesa.
Nos situamos en el valle del Esteribar, y tras parar en Larrasoaña, ya sea para pernoctar, para descansar y comer, o simplemente para curiosear, volvemos a la orilla del Arga, que fluye a lo largo del valle. En este tramo avanzaremos desde el Puente de los Bandidos hasta el Puente de Iturgaiz.
El día amanece soleado, un precioso cielo azul nos cubrirá mientras caminamos hacia la capital del Reino.
Una preciosa tarabilla (Saxicola rubicola) acaba de atrapar un insecto, al que sujeto en su pico antes de devorarlo.
Como hemos venido observando los días precedentes, en estas tierras se crían excelentes caballos de razas autóctonas navarras.
Akerreta es la primer población que atravesamos en el día de hoy. A estas horas de la mañana, un pueblo completamente fantasma. La iglesia-fortaleza al borde del mirador es el edificio más significativo del lugar.
Los córvidos, como estas cornejas negras (Corvus corone), son aves capaces de medrar en medios completamente humanizados. Su presencia me hace pensar, como no, en Odín y sus secuaces.
Akerreta era ya en el siglo XII uno de los señoríos que los monarcas navarros poseían en el valle del Esteribar. La iglesia, aunque de origen medieval, experimentó una profunda reforma durante el Barroco.
Seguimos admirando la arquitectura tradicional en viviendas como esta.
Abandomamos Akerreta, dejamos atrás un reducto de civilización humana, y volvemos a internarnos por caminos y senderos.
El agua alimenta a la tierra y los árboles conforman un precioso bosque de ribera. Ni rastro de nutrias.
La Parada de Zuriain. Junto al río Arga, oyendo el rumor de las aguas mientras desayunamos, antes de reemprender la marcha. Nutrias, copiús y castores habitan en las aguas de los ríos navarros. A ver si hubiera suerte y pudiese observar alguno de estos bichejos.
Algunas de las casas de Zurian parecen querer esconderse detrás de los árboles que crecen a orillas del Arga.
Lo que menos gusta a los caminantes, son los tramos que comparte con la carretera. En ese caso el escaso arcén obliga a extremar la precaución.
Los seres humanos llevan desde el Neolítico alimentando al ganado. Estos pastos forman parte del paisaje humanizado.
Son estos senderos, llenos de vida, los que apasionan al caminante.
La fuente de Irotz. Su uso siempre ha sido para beber y cocinar, además de para abrevar al ganado. Las mujeres nunca venían aquí para hacer la colada, para evitar ensuciar las aguas. El nombre del puente, que se encuentra cerca de aquí, levantado en el siglo XII, procede del de esta fuente.
Continuamos avanzando por las calles de Irotz al reencuentro del Arga.
La parroquia de San Pedro, aunque fue construida en 1920, repite modelos renacentistas, como su torre cúbica, que recuerda a las iglesias-fortalezas levantadas en épocas más turbulentas.
Puente de Iturgaiz. Llegamos al puente histórico y aquí tomamos una variante, el paseo fluvial del Arga. Hoy renunciamos a la Ruta Xacobea, para disfrutar un poco más del río y del bosque de ribera.
El nombre de Iturgaiz, de origen euskera, alude a una “fuente mala” o “fuente enorme” que desaguaba aquí cerca, y que era el lugar al que acudían las vecinas del pueblo a lavar la ropa (evitando, como hemos visto antes, la fuente del pueblo). Puente románico, del siglo XII, con un gran arco central rebajado, y tres más pequeños.
En este punto comenzamos un bonito paseo que nos llevará, caminando junto al río, hasta la ciudad de Pamplona.
Miércoles 30 de Junio de 2021.
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