Un
conjunto de seis candelabros del periodo orientalizante (siglos VIII
– VII a.C.), vinculados con la mítica civilización tartésica. Se
trata de piezas anicónicas (sin imagen definida) que representan a
una divinidad de origen fenicio cuyo símbolo sería un árbol.
Fueron
fabricados por artesanos indígenas utilizando oro, mediante la
técnica de la cera perdida combinada con la del torno. En la
actualidad pueden verse en el Museo Arqueológico Nacional.
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