La
explotación del sílex fue una actividad esencial para la
supervivencia misma de las sociedades humanas a lo largo de
prácticamente toda la Prehistoria, y durante el Neolítico, a pesar de la aparición de nuevos materiales, como la cerámica, el sílex siguió siendo de gran importancia. En la mina neolítica de Casa
Montero (Vicálvaro, Madrid) se han documentado cerca de 4.000 pozos,
convirtiéndola en una de las mayores y más antiguas de toda
Europa.
En
algunos casos los pozos alcanzan una profundidad de diez metros.
Estos pozos se abren buscando filones de sílex que después se
tallan en la superficie, obteniendo lascas y hojas que serán
transportadas a otros lugares.
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