Llegado el momento de la
batalla, y a una orden del mariscal, la infantería abría sus filas,
dejando paso a la caballería, la más temida arma del temple, que
iniciaba una carga feroz contra la primera línea enemiga.
Un ejército templario
podía estar compuesto por unos tres mil individuos, contando
caballeros, hermanos, sargentos y turcopoles. Unos y otros flanqueban
la caballería, mientras que escuderos y servidores formaban en
retaguardia.
La caballería mantenía
una fuerte organizazión, estructurada en estandartes, formado cada
uno por diez unidades. Diez estandartes formaban un escuadrón, y
diez escuadrones, lo que se conocía como una batalla.
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