Esta hija de Carlos VII de
Francia y María de Anjou parecía predestinada a reinar en algún
país europeo. ¿o no?.
En el año 1457, el
arzobispo de Esztergom, máxima autoridad religiosa en el Reino de
Hungría, llegaba a la corte acompañado de un numeroso séquito,
para solicitar la mano de Magdalena y casarla con el joven rey
húngaro Ladislao V. La felicidad y el optimismo por el enlace
estalló en mil pedazos cuando poco después llegó la noticia del
temprano fallecimiento del rey Ladislao, que ha pasado a la historia
como Ladislao el Póstumo. Primera oportunidad de reina, malograda.
Su familia no desesperó
ni cejó en el empeño, y prono encontraron otro príncipe para su
hija, Gastón de Foix, Príncipe de Viana y heredero de Navarra. De
esta unión matrimonial nacieron dos hijos, Francisco y Catalina.
Pero Gastón tampoco llegaría a convertirse en rey de Navarra, pues
murió en 1470. Otra posibilidad de reinar que se escapó. Tal vez la
última.
La muerte de su suegra,
Leonor de Foix, en 1479, le brindó la oportunidad de regir los
destinos de Navarra, aunque fuese de forma indirecta. El heredero
legítimo era su hijo Francisco I, pero al ser todavía un niño,
Magdalena se convierte en regente de Navarra.
Mas las desgracias en
forma de muertes prematuras, parecían no tener fin, y su pequeño
hijo también falleció siendo muy joven, pasando la corona a su otra
hija, Catalina, a la que tuvo que ayudar en los asuntos de gobierno,
casándola con Juan de Albrech, ganándose de esta manera una
peligrosa enemistad con Castilla.
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