Maroboduo (c. 18 a.C. - 37 d.C.), rey
de los marcomanos, fue uno de los primeros gobernantes germanos en
crear un poderoso, y por momentos estable, estado allende de sus
territorios originales.
Nacido en una familia de nobles
marcomanos, pasó su juventud en Italia, durante el imperio de
Augusto, pero hacia el 9 a.C. regresó a su tierra natal y se puso al
frente de su pueblo.
“Ciertamente, había estado allí de
joven gozando del favor de Augusto; pero volvió para hacerse con el
poder.”
Estrabón. VII. 1,3.
Las legiones romanas amenazaban las
cuencas del Rin y el Danubio, su avance parecía imparable, no
quedarían pueblos libres por estas tierras. En este contexto de
invasión, Druso encontró a los marcomanos y a los hermunduros junto
al Main, los derrotó (año 9 a.C.) obligándoles a desplazarse hacia
el este.
Marboduo guió a los
marcomanos, y contingentes de otras tribus germanas, a unas tierras
resguardadas por el Danubio, la Selva Hercinia y los Alpes, nos
referimos a la actual Bohemia. Tras expulsar de Bohemia a los boios,
que estaban asentados aquí desde el siglo V a.C. y que dieron el
nombre a la región, estableció un estado fuerte. Los boios que
quedaron en la zona quedaron absorvidos e integrados por los
marcomanos invasores.
“En este lugar se
encuentra la Selva Hercinia y los pueblos suevos, los cuales habitan
en el interior del bosque, como los cuados; y en cuyo territorio se
localiza además Boihemo, sede real de Marobodo; un lugar hacia el
que dicho rey trasladó a muchas otras gentes y, en particular, a su
propio pueblo, los marcomanos”.
Estrabón VII. 1,3.
Augusto planteó destruir
el nuevo estado marcomano que estaba convirtiéndose en un serio
peligro para los intereses de Roma en el Corazón de Europa, las
tropas romanas llegaron hasta el Albia, actual Elba, y de esta forma,
Bohemia quedaba rodeada.
En el año 6 d.C. Tiberio
tenía todo preparado para asaltar el estado marcomano. Marboduo
llevaba años entrenando a sus tropas para el decisivo
enfrentamiento, contando con unos 75.000 guerreros. Pero cuando las
legiones romanas estaban prestas para acometer la invasión, estalló
una rebelión en la retaguardia, en Iliria, Panonia y Dalmacia,
dirigidas por el caudillo Batón. Tiberio hubo de detener la ofensiva
para sofocar la revuelta. Además firmó una tregua con Marboduo,
reconociéndolo como rey y aliado de Roma. Que Roma te reconozca como
amigo es preludio casi seguro de traición, tal y como hicieron con
el lusitano Viriato.
En otro orden de cosas,
el año 9 d.C. tuvo lugar el desastre de Teotoburgo, y el querusco
Arminio, con la idea de atraerse para su causa a Marboduo, le envió
la cabeza de Varo. El rey marcomano entregó la cabeza a los romanos,
y permaneció neutral en la guerra de venganza que siguió.
La rivalidad con Arminio
aumentó, pero para Roma, Marboduo seguía siendo un escollo que
frenaba su política expansiva. Ante esta tesitura, desde la Ciudad
Eterna se promovió la disención interna dentro del reino marcomano.
Catualda, al parecer un noble exiliado por Marboduo, regresó y con
el apoyo de otros nobles, a los que Marboduo había retirado sus
privilegios, derrotaron al rey.
Marboduo huyó a Italia,
pidió asilo, y vivió sus últimos días en Rávena, recluido por
Tiberio.
“Maroboduo, por todos
abandonado, no tuvo más remedio que apelar a la misericordia del
César. […] Maroboduo, efectivamente, fue instalado en Rávena”
Tácito. Anales. II, 63.
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