La Arabia preislámica aparece dividida en tres grandes zonas; el Norte, en estrecho contacto con el Mediterráneo y el Creciente Fértil; el Centro, Tierra de Beduinos y el Sur o Arabia Félix.
El sur de la península arábiga aparece denominado en la geografía de Ptolomeo como Arabia Félix, debido a la riqueza de sus habitantes, fruto de la próspera actividad comercial del lugar. La Arabia Félix, en contacto directo con el Océano Índico, se convirtió en un importante enclave estratégico para el comercio entre la India y Egipto; mercado para productos de lujo tales como el marfil, las especies, el incienso o la mirra, demandados a ambos lados del Atlántico.
Entre los siglos VII a.C. y el III d.C., los nómadas del desierto crearon estados sedentarios, concretamente en el sur, amparados por este comercio. En ese sentido, el sur de Arabia estaba mucho más desarrollado que el Norte o el Centro.
A partir del siglo II a.C., los himyaríes, descendientes de Himyar, que vivió tres mil años antes que Mahoma, van a dominar este sur tan desarrollado, desde la región de Aden, llegando a destruir a su predecesor reino de Qataban, a principios del siglo I d.C. A pesar del sedentarismo, estos pueblos seguían manteniendo estructuras sociales de carácter tribal. Para los griegos y romanos, estos himyaries, eran conocidos como homeritas.
La arqueología, fuente casi imprescindible en este lugar para esta época - debido a la carencia de testimonios escritos -, nos ha revelado un importante sistema de regadíos, con diques y canales, que permitió a estas poblaciones cultivar cereales, como el trigo, el sorgo o la cebada. Otra muestra más de la prosperidad de la Arabia Felix.
Desde el siglo III d.C. los himyaries comenzaron una etapa de expansión que les llevó a dominar toda Arabia meridional, alcanzando incluso Nayran, al sur de La Meca.
Los himyaríes a partir del siglo IV abrazaron el monoteísmo - influidos quizás por poblaciones judías - e iniciaron el culto a un único dios "Rahman-an el Misericordioso.
Pero pronto, el estado himyarita empezaría a tener problemas con sus vecinos. Abu Kariba se convirtió al judaismo, y su hijo, y sucesor Yusuf Dhu Nuwas, comenzó a perseguir a los cristianos de Nayran, lo que le granjeó la enemistad de los etíopes. Najashi, rey de Etiopía, envió un gran ejército al Yemen y derrotó a Dhu Nuwas, al que no quedó más remedio que huir.
Decidido a recuperar el poder, Yusuf Dhu Nuwas, se enfrentó en 524 a una poderosa alianza tripartita, formada por el Imperio Bizantino, el reino Aksum de Etiopía y los cristianos de Nayrán. Estos combates finalizaron con la predecible derrota (lo que suele ocurrir cuando te buscas demasiados enemigos) himyarí; Dhu Nuwas se suicidó, o quizás fue asesinado, lo único seguro es que con él murió la dinastía de los himyaríes.
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