Dafne era una ninfa de la montaña, hija de Gea, "la Madre Tierra" y del
río Peneo, cuyo nombre parece significar laurel. Apolo orgulloso y
altivo, presumía ante los dioses, especialmente con Eros, quien decidió
darle una lección de humildad. De esta forma disparó una flecha con
punta de oro, de las que infundían amor, contra Apolo, y otra flecha de
punta de plomo, cuyo efecto era el desdén y el odio, contra Dafne,
seguro de que la ninfa lo rechazaría sin piedad.
En cierta ocasión, Apolo encontró a la esquiva joven, que paseaba tranquilamente y trató de acercarse, mas ella, al verlo, echo a correr, comenzando una persecusión por bucólicos parajes. Cuentan, que Dafne a punto de verse atrapada por el insistente y enamorado dios, invocó a su madre pidiéndole ayuda, y en el momento que Apolo estaba a punto de darle alcance, Dafne se detuvo en seco, sus cabellos se tornaron hojas, sus brazos se fueron convirtiendo en largas ramas y sus pequeños pies se enraizaron en el duro suelo, para finalmente transformase en un árbol de laurel. Decepcionado y abatido, Apolo arrancó una rama y confeccionó una corona de laurel, que a partir de ese momento sería el premio para los poetas y los vencedores en los juegos. Ovidio, nos canta en su Metamorfósis, las últimas palabras que Apolo dirigió a su amada Dafne: " está bien, puesto que ya no puedes ser mi esposa, al menos será mi árbol".
La escultura barroca, sobre mármol, de Gian Lorenzo Bernini "Apolo y Dafne" (1622-24), plasma el instante en que Apolo alcanza a Dafne y la ninfa comienza a metamorfosearse. La composición escultórica está llena de dinamismo, y podemos observar como ambas figuras se van difuminando en el momento en que entran en contacto, contrastando el grito de Dafne con el rostro perplejo de Apolo. Se conserva en la Galleria Borghese en Roma.
En cierta ocasión, Apolo encontró a la esquiva joven, que paseaba tranquilamente y trató de acercarse, mas ella, al verlo, echo a correr, comenzando una persecusión por bucólicos parajes. Cuentan, que Dafne a punto de verse atrapada por el insistente y enamorado dios, invocó a su madre pidiéndole ayuda, y en el momento que Apolo estaba a punto de darle alcance, Dafne se detuvo en seco, sus cabellos se tornaron hojas, sus brazos se fueron convirtiendo en largas ramas y sus pequeños pies se enraizaron en el duro suelo, para finalmente transformase en un árbol de laurel. Decepcionado y abatido, Apolo arrancó una rama y confeccionó una corona de laurel, que a partir de ese momento sería el premio para los poetas y los vencedores en los juegos. Ovidio, nos canta en su Metamorfósis, las últimas palabras que Apolo dirigió a su amada Dafne: " está bien, puesto que ya no puedes ser mi esposa, al menos será mi árbol".
La escultura barroca, sobre mármol, de Gian Lorenzo Bernini "Apolo y Dafne" (1622-24), plasma el instante en que Apolo alcanza a Dafne y la ninfa comienza a metamorfosearse. La composición escultórica está llena de dinamismo, y podemos observar como ambas figuras se van difuminando en el momento en que entran en contacto, contrastando el grito de Dafne con el rostro perplejo de Apolo. Se conserva en la Galleria Borghese en Roma.
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