La iglesia de Santiago el Real y la plaza del Juego de la Oca, con un precioso mosaico grabado en el suelo, forman el epicentro jacobeo de Logroño.
La Oca y los Templarios en el Camino de Santiago cuando atraviesa la capital de la Rioja. Cuentan que el Juego de la Oca posee una vertiente misteriosa y esotérica. Personalmente siempre me ha parecido un juego un tanto insulso y aburrido, debe ser que mi intelecto no me alcanza para comprender su gran complejidad.
La teoría que entronca con la historia del Camino de Santiago atribuye el origen de la Oca a los Templarios, quienes comenzaron a utilizar las conchas del Nautilus con una finalidad criptográfica más allá de la lúdica. Según se dice, la Orden del Temple emitía mensajes en clave que solo algunos de sus miembros eran capaces a descifrar. Y precisamente esta concha se ha identificado como el primer tablero de la Oca, ya que sus 63 espacios coinciden con las 63 casillas del juego. Los Templarios fueron una orden de monjes guerreros que se erigieron en 1118 en guardines de los Lugares Santos de Jerusalén. Con el tiempo, la labor de custodia de los Templarios se amplió desde las fronteras de Jerusalén a otros lugares santos como el propio Camino de Santiago, por entonces, aun en manos de los musulmanes, en muchos de sus tramos en la Península Ibérica. Y en ese contexto surgió el Juego de la Oca que conocemos, diseñado por la Orden del Temple como una guía de ida y vuelta del Camino de Santiago para iniciados. Y aunque las reglas de la Orden del Temple prohibían expresamente a sus miembros el uso de los juegos como los Dados y el Ajedrez, en el caso de la Oca, como hemos apuntado, no estamos ante un divertimento sino ante una guía encriptada. Así, el tablero de la Oca y sus casillas ayudarían a los peregrinos que viajaban desde Roma a Santiago para realizar esta ruta con seguridad. El tablero representaría el propio Camino de Santiago; las ocas, los lugares seguros donde los Templarios podían encontrar refugio, en este caso, localidades de esta ruta como Pamplona, Logroño o León; y otras casillas, como el pozo, la posada o el laberinto, simbolizarían espacios inseguros para los miembros de la Orden.
La oca , un juego con misterio.
Juan García de la Riva.
En el pavimento de la plaza de los Peregrinos están grabados algunos de los elementos más emblemáticos que acompañarán al romero a lo largo de todo su Camino.
La ciudad de Logroño, a la altura de la iglesia de Santiago, hace un precioso homenaje al juego infantil de la Oca, y de paso refuerza la idea que relaciona al juego, al ave, a los templarios y al propio Camino de Santiago. Puentes, posadas, laberintos, la cárcel, un par de docenas de ocas, la muerte y el paraíso. No falta de nada.
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