jueves, 19 de enero de 2023

UN REFUGIO EN LA LAGUNA.

 


A principios del siglo V el Imperio Romano vivía su época más baja. Las autoridades no conseguían superar los efectos de la tremenda crisis del siglo III. Una galopante inflación económica y el repliegue militar, el triunfo del cristianismo y la amenaza creciente de los pueblos bárbaros, la pérdida de credibilidad en los gobernantes, la inestabilidad política y la creciente ruralización, habían situado a Roma al borde del abismo. Tiempos duros para agudizar el ingenio.


Los germanos siempre habían estado ahí, al otro lado del limes, pero ahora se movían libremente y con total impunidad por las prósperas tierras del imperio. El que fuera el ejército más poderoso (y bien organizado de la Antigüedad) se encontraba totalmente superado, incapaz de contener la marea germana que amenazaba con arrasarlo todo.


Y en este clima de depresión generalizada, las ricas ciudades del norte de Italia se convirtieron en las víctimas de la rapiña de godos, lombardos y hunos.


En el 401 Alarico, al frente de los godos, asedió la ciudad de Aquilea, muchos de sus habitantes abandonaron sus casas y buscaron refugio en las zonas pantanosas de la laguna veneciana, decididos a comenzar una nueva vida, protegidos por los lodos y las aguas, un lugar insalubre que poco o nada podría interesar a los invasores.


Cinco décadas más tarde, hacia el 452, Atila, rey de los hunos, Azote de Dios, y coleccionista de motes y epítetos, destruyó completamente Aquilea. Tras su paso fue difícil reconocer el emplazamiento original de la ciudad. Los supervivientes marcharon a la laguna, para reunirse con sus antiguos vecinos, que poco a poco iban levantando una ciudad sobre las aguas. En la bellísima obra iluminada Crónicon Pictum, que recoge la historia del pueblo magiar y la construcción del reino medieval de Hungría, aparece una ilustración de los vénetos huyendo de las hordas de Atila, llegando a la Laguna para fundar Venecia.


Otras ciudades de la región también sufrieron la ira de Atila (seguimos con el tópico); Altino, Concordia, Padua, Vicenza, Verona, Brescia y Bérgamo, también fueron atacadas por los hunos. Las pequeñas islas de la laguna comenzaban a llenarse de exiliados (refugiados de guerra).


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