El vocablo peregrino tiene fundamentalmente dos acepciones. Etimológicamente se refiere a aquel que transita por tierras extrañas (y suponemos que ajenas y lejanas). La segunda acepción la vincula con el fenómeno religioso, muchas veces estrechamente ligado con la escatología y el culto a las reliquias. En ese sentido, el peregrino es un ser profundamente espiritual, y religioso. A mí no me suelen gustar las etiquetas, así es que nunca me he considerado peregrino, la religión no cumple función alguna en mi vida, más allá de ser un interesante objeto de estudio. Por otro lado, no solo camino por tierras extrañas, también camino, y mucho, por las tierras y senderos conocidos y familiares, aquellos que rodean el hogar donde vivo, es por eso, que solo soy, un caminante. Disfruto caminando, y no únicamente por el campo, el bosque o la montaña, también por la playa, la ciudad, e ir al trabajo o a la compra caminando. Es la esencia misma del ser humano, estamos hechos, diseñados, programados para caminar. Fue ese caminar lo que impulsó el espectacular desarrollo de nuestro cerebro. Y de eso va la vida, de caminar.
La pared inmaculada
Hace 1 hora
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