Con el Renacimiento, aparece un espíritu crítico desconocido hasta entonces.
Erasmo, en uno de sus coloquios, titulado peregrinación religiosa, presenta una crítica sutil contra la credulidad de los peregrinos, de la que los Jaquetos son una buena muestra. Por aquella época, todo cambiaba, incluso la vida monástica. Su disciplina y su austeridad se suavizaron, y sobre todo, los monasterios se enriquecieron de forma abusiva.
Las críticas humanistas y reformistas se ensañan con la ingenuidad de los creyentes. Aparece la duda en cuanto a la autenticidad de las reliquias de Santiago de Compostela. ¿Son, de verdad, aquellos huesos los del apóstol Santiago? ¡Altos dignatarios de la Iglesia son tachados de falsa idolatría!. Se dice que, en vez de reliquias, lo único que hay es su cayado y la cadena con que lo ataron para su martirio. También se duda de las apariciones del Apóstol; pero la duda es obra del diablo. La Iglesia se empañaba en perpetuar los misterios de la fe, a fuerza de leyendas y relatos de milagros. En este clima, empezó la decadencia del Camino de Santiago.
Michel Armengaud
La peregrinacíon de Compostela: una búsqueda espiritual
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