En una pequeña loma sobre la amarillenta llanura riojana se ubica Grañón, a los pies de la Sierra de la Demanda, en la orilla izquierda del río Medio, un lugar desde donde se controla el paso entre La Rioja y Burgos. Precisamente Grañón es el último pueblo del Camino de Santiago en La Rioja.
El nombre de Grañón se menciona en un texto del último cuarto del siglo IX. Entre 884 y 900 Alfonso I lleva tropas en esta área para luchar contra los árabes. En torno al año 900, la fortaleza de Ibrillos cae en manos de los cristianos. Para defender el área conquistada el rey Alfonso III inició la construcción del castillo de Grañón y favoreció la población del área. Grañón aparece como plaza importante del dominio oriental del León en 913 y en 936 del condado de Castilla. En el año 971, Grañón figura “in camino publico que venit de Naxera a Villa Vaxones”. El desarrollo de la villa se manifiesta por la creación de varios barrios: el de Stabilo mencionado al final del siglo X, los de Sparsa y de Santa María en 1028.
Grañón, un pueblo hecho camino.
Jean Passini.
Revista Peregrino Nº 26.
Grañón surgió al pie del cerro Mirabel, un lugar donde desde el siglo X hubo un castillo. La localidad, como las anteriores (y posteriores) presenta el trazado urbano de repoblación en torno a la Calle Mayor, que coincide con el propio Camino de Santiago. También, como en otras localidades que hemos visitado los últimos días, tiene una iglesia de considerables dimensiones (en comparación con el volumen de la población), la iglesia de San Juan Bautista del siglo XVI (gótico final o prerrenacimiento). En su retablo mayor aparecen los dos santos juanes. A finales del siglo XIV o principios del siglo XV comenzó la construcción en la que intervinieron diferentes canteros, aunque solo se conocen al Maestre Fernando, director de obras en 1537 y Juan de Huequel y Juan de Elgorriaga que trabajaron en las obras del templo hacia 1573.
Grañón no figura en la Guía de los peregrinos publicada en la primera mitar del siglo XII. Se cita por primera vez en el itinerario de un peregrino italiano en 1357 y figura en itinerarios de los siglos XV y XVI.
Grañón, un pueblo hecho camino.
Jean Passini.
Revista Peregrino Nº 26.
El plano de Grañón es rectangular, con 490 metros de largo y 185 de ancho, con ángulos redondos adaptados a la forma del cerco. A lo largo de una calle llamada Barbacana (cuyo nombre recuerda sus funciones defensivas) quedan algunos restos de la vieja muralla de mampostería. Las calles principales son largas, rectas y paralelas entre sí. Cuenta, además, con tres plazas, de la Iglesia, del Hórreo y de Ávila. Estos espacios abiertos servían para organizar la vida económica y social de la villa. En la actualidad bares, cafeterías y restaurantes abren sus puertas a las plazas, que siguen funcionando como centros de reunión de los vecinos.
Los nombres de sus calles, Las Cercas, La Barbacana . . . nos llevan a años de defensa e inseguridades de una villa que abandonó el cerro para enclavarse en el llano cuando su arquitectura se hacía caminera.
Ángel Urbina Merino.
Grañón: Historia y Arte.
Revista Peregrino Nº 26.
Granion, Granione o Gramnion, que así aparece en diversos documentos del siglo X, podrá parecer al caminante, deslumbrado por las grandezas de la ciudad de Santo Domingo, un lugar que hay que pasar deprisa, que no ofrece nada o muy poco al viajero, pero nada más lejano a la realidad, dentro de ella se esconde el tesoro que encierran sus propios habitantes, pues son ellos la principal riqueza de estas tierras, tanto los que viven el presente dando vida al pueblo, como sus antepasados que han marcado la historia que puede revivirse en las piedras labradas de sus monumentos y en los renglones escritos en sus documentos.
Ángel Urbina Merino.
Grañón: Historia y Arte.
Revista Peregrino Nº 26.
En la iglesia parroquial de Grañón podemos observar desde el año 2008 una vidriera jacobea. El vidrierista Santiago Villar diseñó y elaboró una bonita vidriera que represente a un peregrino actual que camina sobre un campo de vides y cereal. No faltan motivos jacobeos como la cruz de Santiago, el bordón, la calabaza y la concha. En la parte superior dos manos se estrechan, simbolizando la acogida y hospitalidad dispensada al peregrino a lo largo de los siglos de peregrinación.
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