Después de siete días caminando por el Reino de Navarra, hoy toca bajar hasta el cauce del río Ebro, para perdernos por las calles de Logroño. Una larga etapa de 30 kilómetros. Por tal motivo el despertador ha sonado a las 5.15. Valor y al campo.
Acabamos fundidos, pero hemos hecho una etapa de récord. Casi 30 kilómetros en ocho horas. Una etapa bonita y muy variada. Paisaje, arte e historia. Campos, viñedos y localidades históricas de destacado patrimonio artístico y cultural. Pocos minutos antes del amanecer ya estábamos en la calle, cruzamos la preciosa, y porticada, plaza de Santa María, coronada por una robusta y espectacular iglesia renacentista. Nos internamos por la planicie agrícola por la que avanzamos cómodamente. (Aunque me duele la rodilla izquierda y el tobillo derecho. Voy hecho fostatina). Aunque aún quedan muchos kilómetros, desde aquí ya se intuye la extensa, y eternamente llana, meseta castellana.
La larguísima etapa que discurre entre Los Arcos y Logroño aparece dividida en tres tramos bien diferenciados unos de otros. El primero entre Los Arcos y Torres del Río discurre por cómodas pistas de tierra sin apenas desnivel. Desde Los Arcos a Viana la orografía se vuelve más abrupta y son las piernas (y los hombros) las que más lo notan. Tras una pausa en la hermosa localidad de Viana, el último tramo transcurre por zonas peatonales y polígonos industriales, típicos de las urbes más pobladas del camino.
Sansol se hace visible ante nosotros, mientras Torres sigue oculta a nuestros ojos. Dejamos la pista agraria y ascendemos por el asfalto de la N 111 para entrar en Sansol. Hoy toda la jornada avanzamos paralelos a esta carretera nacional. A las afueras de Sansol comienza una dura bajada, entre altos arbusos y setos, que llegan a cubrirnos, y en poco menos de un kilómeros nos encontramos ante el puente medieval de Torres del Río.
Torres del Río tiene las cuestas más pronunciadas que recuerdo. La villa de Sansol queda por encima de Torres del Río. En esta localidad encontramos la genuina iglesia del Santo Sepulcro. (No pudimos visitarla, era demasiado temprano). Desde que abandonamos la localidad comenzamos la durísima subida a la Virgen del Poyo, y desde aquí hasta Viana sufrimos un duro descenso en busca del valle del Ebro, con rampas descendentes de hasta un 10% de desnivel.
Viana es la última ciudad del día, una localidad histórica de importantísimo legado artístico. Y desde aquí diez kilómetros, que se hicieron muy largos, hasta la capital de La Rioja. Entramos en Logroño, primera localidad riojana del camino, por un puente que fue construido en 1884 sobre el medieval lanzado por Juan de Ortega. Luego comida y descanso. No teníamos fuerzas, ni ganas, ni casi interés en visitar Logroño.
7 de Julio de 2017.
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