Colgado, suspendido sobre una existencia terrena, rodeado de un denso bosque, por debajo discurre el Minho, corriente de agua que no para, efímera como la vida, el cementerio, alimenta de cuerpos la tierra, llena de espíritus las extrañas, por mágicas, noches estivales gallegas. Espíritus errantes en procesión, realizan el camino cada noche, Santa Compaña atemoriza a los lugareños, sorprende a los extranjeros, acongoja a los visitantes. Salen del Averno a través del cementerio, avisan a los vivos, de lo absurdo del espíritu, de una no vida sin carne, una no muerte sin alma, espíritus inconsolables, cumpliendo eterna condena por no haber vivido una vida plena.
Pequeños cuentos centroeuropeos
Hace 56 minutos
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